Fernando González Urbaneja

Cartas desde 44 leguas

Fernando González Urbaneja


La guerra perpetua en Palestina

10/09/2024

Kant, probablemente la mente más poderosa de la Ilustración y la Era de la Razón, escribió La Paz perpetua, un ensayo breve y sustancioso que sostiene que bajo el imperio de la razón la humanidad será capaz de superar la vía de la guerra para resolver conflictos, de manera que la paz se convierta en la regla y no la excepción. No convenció a todos ya que la guerra ha seguido siendo constante en la historia. La creación de armas de destrucción definitiva, que acredita el dominio de la naturaleza por parte del ser humano, abrió otra oportunidad para la pez perpetua, no por la convicción razonable sino por el miedo a la destrucción garantizada. Ni por una ni por otra razón la paz se ha hecho la norma de las relaciones entre personas y países.

La guerra sigue siendo una constante en las relaciones entre pueblos, incluso con tendencia hacia la guerra perpetua, ya que ni la razón (el diálogo y el compromisos) ni el miedo consiguen evitar la guerra como procedimiento. El ejemplo más palmario y decepcionante lo vemos en el llamado Oriente Medio, o Palestina, donde la guerra perpetua domina el escenario desde hace un siglo. 

Nadie logra articular una alternativa a la guerra perpetua entre israelíes y palestinos. Las grandes potencias fracasan a la hora de imponer un alto el fuego como condición previa a la negociación. Los influyentes países vecinos tampoco consiguen estructurar ese alto el fuego que abra una oportunidad para la convivencia pacífica de pueblos enfrentados, cada uno con sus propias razones no negociables. 

La historia de Europa del último milenio sufrió de guerras sucesivas de siete, treinta y hasta cien años, pero en todos los casos la razón y el diálogo se impusieron como la manos mala de las alternativas. En la vieja Palestina no llega la hora de la paz, ni por temor ni por razonamiento. Los confrontados no ven otra opción que la guerra de destrucción y sus aliados no son capaces de evitar esa guerra perpetua desgarradora, genocida y cruel. El sueño de Kant sigue siendo una hipótesis probable, pero poco posible.