Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Oración para Gaza

25/03/2024

Cuando Dios aprieta lo suyo, a Cristo le crujen los huesos, a su Madre le sangran los ojos y a los simples nos hierve la conciencia. Este mismo año, a todos nos han amargado la Semana Santa con tanta saña prieta, con tanto dolor injusto, y precisamente ahí, donde el Hijo -eso dicen- derramó su sangre por el Padre y por nosotros. En ese rectángulo absurdo, cada día, cada noche, sin tiempo para esperar su propia muerte, un hijo, una madre, un padre, la abuela y un vecino terrorista mueren sin nombre en un derroche de pólvora innecesaria. Qué muertes tan secas, con truenos silenciosos, con el odio disimulado tras una pantalla insensible. ¡Cuánto escuecen los ojos cegados por esa injuria rutinaria!

Sorprende que sus dioses no digan nada. Que de nada sirvan tantas lágrimas amargas, los agudos llantos, las infinitas manos implorantes. Qué poco vale la muerte en esa tierra desterrada, donde la vida es más dura que duradera. Ahí mismo el eterno Hijo se pregunta: Padre, padre: ¿por qué los has abandonado? 

Por eso tú, Dios, atiéndelos, que su Semana Santa ya dura mucho y es de muchos dolores. Una procesión sangrienta que empezó en una tribu de muertos verticales y discurre por un desierto de agonía. Un pesado Viacrucis que no tiene fin, que todos procesionamos con una pequeña cruz a cuestas, mientras oramos heridos por tanta injuria, pues humanos somos y no fieras, gentes de bien que te lloran una sentida oración:

Mira Dios, por si acaso no oyes el estruendo, por favor te lo pedimos, pon la radio, enciende la tele, lee el diario; por el amor de Cristo te lo rogamos, sintoniza los dolores del Viernes Santo, mira que te dedicamos bellas procesiones y gentes buenas te cantan saetas con el corazón. Por si acaso no te llega al cielo tanto llanto, te mando este email escrito con sangre negra. ¡Haz algo, por Dios, haz algo! A ti que todo lo cuidas, te imploramos que ilumines ese túnel oscuro, que quites la venda a tantos ojos ciegos, que limpies esas rancias telarañas, para que entre tu luz deslumbrándolos con una verde primavera, que cause grave alergia a la sangre innecesaria. Y tú, Madre de todas las madres, que estás a su lado, no te canses de llorar por nosotros, y que tu llanto, que todo lo limpia, inunde de Paz la tierra y borre la sangre resecada. Amén.

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