Martín García Barbadillo

Jueves sí, jueves no

Martín García Barbadillo


A Logroño

19/02/2024

Hace poco fui a Logroño. Bien, siempre muy recomendable: Museo Würth, espectacular, alimento para el alma; Calle del Laurel, espectacular, alimento (del bueno) para la buchaca. La ciudad está aquí al lado y su comunidad autónoma, La Rioja, es un territorio fabuloso para descubrir. El problema es que siempre ha sido un pelo complicado acercarse a conocerlo. Mientras hacia otros lugares, a trancas y barrancas, con mil retrasos o desvíos (a Cantabria por Palencia) llegaban las autovías, para ir a Logroño había que superar La Pedraja, doblar la curva salvaje de Villafranca Montes de Oca y cruzarse con (y ver el culo de) decenas o centenares de camiones. Sí, existen otras posibilidades: autopista de pago (ahora menos), o por Ezcaray y sus cumbres, pero así, fácil, nada de nada.

El caso es que en esta última visita a La Rioja pude comprobar que quedan apenas unos metros para que la N-120, la carretera de Logroño, sea toda autovía en su tramo riojano, convertida en la A-12. Me dio la impresión de que a la carretera solo le faltaba que le pintaran las líneas hasta la señal de Castilla y León.

En la provincia de Burgos, por contra, seguimos como siempre. Llevo tiempo desconectado de las noticias que este periódico lleva publicando en los últimos 25 años respecto a la construcción de la autovía hasta Burgos. Ignoro en qué fase anda la cosa o si existe algún tipo de plazo. En cualquier caso, da igual, no se cumplirán por años o por décadas. 

Y ya que eso es seguro en este país de desidia e incompetencia estatal, autonómica y local, es hora de ser menos ambiciosos. Vale, no habrá autovía a Logroño antes que el ser humano llegue a Marte o se acabe el centro de Salud del Silo, pero al menos podrían arreglar el firme del tramo entre Capiscol y la rotonda del (autoproclamado) aeropuerto. Lo atravesé ayer domingo y es una vergüenza tercermundista plena (y peligrosa). Resultaría cutre hasta para el más pequeño y aislado pueblo de Nepal. El ¿firme? tiene tantos socavones que parece que lo transitasen solo tanques camino de alguna guerra que también habría hecho estragos en el camino. Da la impresión de que el último operario que realizó alguna tarea de mantenimiento en la entrada este de la ciudad ha cumplido las bodas de plata como jubilado. Le recomiendo un paseo en coche por la zona hasta la mencionada rotonda y que lo vea por usted mismo.

Desconozco si hay algún plan al respecto o de quién es la competencia, pero ya le vale. Y le vale también al Ayuntamiento, si no es cosa suya, por no reclamar hasta desgañitarse donde corresponda para que la puerta de nuestra casa no parezca una zona de combate. 

Es echar un poco de asfalto, no será tan difícil (burocracia incluida), ni tan caro. ¿O a esto tampoco llegamos? 

Lo dicho, a pesar de todo, a Logroño.

Salud y alegría.