Uno de los componentes del Producto Interior Bruto es el sector exterior. Nuestra provincia se caracteriza, a diferencia del dato nacional, por tener un saldo positivo, es decir, el valor de las exportaciones es superior al valor de las importaciones. Hace apenas unos días se publicaban las cifras de la evolución desde enero hasta septiembre de este año y las exportaciones han crecido un tres por ciento mientras que las importaciones se han reducido en la misma proporción, arrojando un superávit de 619 millones de euros; lo que ha supuesto alcanzar una tasa de cobertura próxima al ciento treinta por cien. Los datos los debemos poner en relación para poder realizar una valoración así; aunque de forma aislada son buenos están en el crecimiento medio del país. Muy lejos del crecimiento de provincias próximas como Álava, con un crecimiento del 11.9%, La Rioja, del 9,2 o incluso lejos de la media de Castilla y León, que fue del 15%. Nuestra economía va bien, pero tiene posibilidades de mejora que, por muchos factores, algunos de ellos ajenos a nosotros, no se materializan. Los dos principales sectores exportadores en la provincia son los productos químicos, que suponen algo más de la cuarta parte de las ventas al exterior y las semimanufacturas no químicas, con algo menos del veinte por ciento.
El sector exterior en nuestro caso está vinculado casi en exclusiva a bienes tangibles, teniendo un componente irrelevante los servicios prestados en el exterior. El componente industrial en la generación de riqueza de nuestra provincia, como bien es sabido, se encuentra en torno al treinta por ciento. Es imposible explicar el peso de las exportaciones en nuestra economía sin la clara referencia a la industria, principalmente a la industria manufacturera. Para poder mantener los niveles de desarrollo actuales es muy importante mantener la población. La provincia de Burgos en los últimos diez años ha perdido veinte mil habitantes que hacen que perdamos atractivo para las nuevas generaciones.