El día que en las facultades de Ciencia Política se estudien los años del sanchismo en nuestro país, los profesores tendrán que destacar la astucia que tuvo Pedro Sánchez al lograr convertir a su más acérrimo enemigo en su principal aliado. El secretario general del PSOE ha conseguido cimentar su fortaleza en Vox y tanto a él como a Santiago Abascal les interesa mantener el actual ecosistema político. Sánchez se ha convertido en un alumno aventajado de Mariano Rajoy, que utilizó esta misma estrategia con Podemos. Fue con el gallego de presidente cuando Pablo Iglesias vivió su época dorada televisiva. La cuestión era minar al electorado socialista con opciones escoradas más a la izquierda. Al líder del PP la maniobra le salió bien hasta que se lo llevó por delante una moción de censura.
La famosa polarización, que tanto contamina la política nacional, la está sufriendo estos días la alcaldesa de Burgos. Cristina Ayala no se ha librado de los argumentarios que se reparten en campaña y sus socios de Vox, atendiendo a discursos propios de la dirección de Madrid, han intentado cuestionar su autoridad. Su vicealcalde y el concejal de Seguridad Ciudadana -área dependiente de la formación de Abascal- anunciaron por su cuenta y riesgo que la Policía Local iba a vigilar la inmigración ilegal, pese a no tener competencias para hacerlo.
Faltan pocos días para que el bipartito que gobierna en la capital celebre su primer aniversario y alguien se está encargando, por interés electoral, de encizañar esa relación. Una crisis de pareja que intenta aprovechar el exalcalde Daniel de la Rosa, ofreciéndose a su sucesora como socio fiable si parte peras con los de Fernando Martínez-Acitores. Otro culebrón, vamos.