Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


La nevera

27/12/2023

Cada vez con más frecuencia la biotecnología permite al ser humano sentirse capaz de alcanzar el sueño de la inmortalidad. Tras haber hecho realidad hitos de otros tiempos como volar sin alas o estar en el firmamento sin ser una estrella, lograr detener el proceso degenerativo que conlleva la propia vida es un hito que muchos persiguen con la confianza de que les podría permitir sortear la muerte.

Excéntricos multimillonarios, cuya cuenta bancaria les ofrece la posibilidad de vivir cómodamente muchas vidas, observan, entristecidos cómo, hasta el momento, lo único que no perece son los ceros acumulados en su saldo y se revuelven al considerar que sus fortunas podrían sobrevivirles en los bolsillos de algún descendiente poco grato. De ahí que hayan decidido invertir parte de lo que no podrán llevarse a ningún otro sitio en ambiciosos proyectos futuristas como el de Altos Labs, de Jon Bezos, o los Laboratorios Abbvie y Calico, de Goggle.

De esta forma, científicos de ambas investigaciones han expresado su convencimiento de que alargar la esperanza de vida hasta el infinito y más allá es un anhelo que podría estar muy cerca de lograrse antes de finalizar este siglo. Por ello parece ser que ya hay quienes extreman tanto sus cuidados para llegar a la fecha en la que esto sea posible, que se han olvidado de vivir plenamente el único tiempo con el que de verdad cuentan para hacerlo. 

En la obra Hacia el Infinito, en la que Jane Hawking narra su matrimonio junto al célebre Stephen Hawking, la autora explica que cuando ambos se conocieron aún éramos lo suficientemente jóvenes para ser inmortales. Compartiendo pensamiento con ella, creo que es precisamente en esa poderosa y bendita inconsciencia de la juventud donde cada uno de nosotros, con más o menos dinero, pero sobre todo con más o menos suerte, tiene la única oportunidad posible de encontrar la inmortalidad. El defecto de serie de esa inmortalidad es que no dura para siempre, pero quien la ha probado puede vivir o morir con la satisfacción de haber sido inmortal, al menos, una vez en la vida. Lo demás es conservarse en la nevera eternamente.