La semana pasada, se sufría en España, uno de los desastres naturales más dramáticos y dolorosos que se recuerdan en años. Una DANA, arrasaba (y continúa haciéndolo) municipios de Castilla La Macha, Andalucía, Cataluña y sobre todo y lamentablemente con más virulencia la Comunidad Valenciana.
Las cifras de muertos y desaparecidos son elevadísimas, los daños materiales incalculables, las imágenes que nos han mostrado los medios de comunicación son imborrables, la desesperación, la movilización de los medios y las ayudas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado junto con el ejército sin precedentes. La reacción del pueblo increíble. La cantidad de solidaridad de los voluntarios, la capacidad de hacernos fuertes ante la desgracia y el dolor ajenos. Entre los cuales, los habitantes de Aranda y la Ribera hemos demostrado una solidaridad y una empatía sin igual.
Pero lamentablemente también hemos visto imágenes de rabia, de agresiones, de saqueos, de aprovechamiento del dolor de otros en nuestro propio beneficio, de difundir bulos por las redes sociales… Como sucede ante las grandes catástrofes, aflora lo mejor y lo peor de la sociedad.
Todo siempre unido a la crispación política que parece que siempre tiene que estar presente ante cualquier crisis social, por parte de ciertas personas que, en vez de buscar soluciones, se dedican acusar a otras, aun sabiendo que la responsabilidad es suya. No podemos olvidar que las comunidades autónomas tienen muchas competencias (Estatutos de Autonomía) y que, por lo tanto, son los responsables de la toma de decisiones que realicen.
La prepotencia y la necedad no sirven de nada, cuando lo que se necesita es dar cobertura a las necesidades básicas, de salubridad, de duelo y dolor y sobre todo de reflexión constructiva. Negar el cambio climático y no poner medios ni profesionales al frente es una de ellas.
Es muy duro y desolador, poder canalizar tanto dolor, tanta desesperación, tanta impotencia, tanta tristeza… pero juntos podremos.