No voy a negar que me da envidia. Es sana. Y honesta. Pero es envidia. Hace años no era así. El blanco y negro no se entendían como unos colores relacionados a un equipo de fútbol, el equipo de la ciudad estaba en ese infierno del que ha conseguido volver, el club de la Cabeza de Castilla se arrastraba por los campos de la comunidad y los hijos del frío no eran tantos como los que son ahora. Ser del Burgos CF en Burgos no ha sido tan fácil como hoy en día.
Les veo a los niños rebosantes de felicidad, equipados con sus bufandas, gorros y pancartas, recitando la alineación de los que ahora son sus grandes ídolos y no puedo evitar volver a cuando era yo ese niño. Yo también tenía una bufanda -que sigo conservando- un gorro y todo lo que por aquel entonces se vendía en la precaria tienda del club. Pero a mí cuando iba con toda la ilusión del mundo presumiendo de mis prendas con mi escudo, siempre me tocaba darme de bruces contra algún muro de realidad.
En una ciudad en la que el único fútbol que existía era el del Madrid y Barça, a mí me tocaba cada lunes de colegio armarme de valor y paciencia para aguantar los «pero si son unos matados», «no sé qué haces yendo a pasar frío ahí» o «eso ni es fútbol ni es nada» por poner algunos ejemplos. A mí me hacían dudar de si ser del equipo de mi ciudad era lo correcto. Yo disfrutaba en El Plantío, pero no tenía a nadie con quien comentar los partidos y solo recibía desprecios. Competir contra los títulos era imposible para razonar mi amor por el Burgos.
Con el tiempo lo fui madurando y me di cuenta que para justificar mi pasión por mi equipo solo tenía que hablar de sentimientos. Y los años de sufrimientos en la vieja lateral me habían abierto en el corazón una vena blanquinegra crónica que ya nadie podía borrar. Eso y que mi padre me había prometido siempre que un día vería al equipo en primera. Y en primera no lo sé, pero hoy estamos en segunda a un punto del play off de ascenso. Ahora hay muchos más blanquinegros y la corriente lo hace más fácil, pero en Burgos no siempre ha sido fácil ser del Burgos.