Martín García Barbadillo

Jueves sí, jueves no

Martín García Barbadillo


No soy fan

09/10/2023

Ya lo sé, a todo el mundo le encanta, las calles se ponen de bote en bote (más con un tiempazo como este fin de semana), viene turisteo a verlo... Pero, qué quiere que el diga, yo no soy fan del Burgos Cidiano. Y, precisamente por todo lo explicado anteriormente, es un poco anatema decirlo en público, porque le hace quedar a uno de aguafiestas, aburrido o algo peor. Pero, aún así, asumo el estigma, y obviamente tengo mis razones.

Antes que nada, decir que, lógicamente,  no me parece mal que se celebre; si hay tanta gente encantada con el asunto algo tendrá, aunque yo no se lo vea. La cuestión es si desde los poderes públicos o como sociedad queremos que el evento de calle más grande del año, en el que se ponen los esfuerzos, sea este. Esa es la cuestión y para resolverla habría que hacerse algunas otras preguntas.

En primer lugar, convendría saber cuál es el objetivo de un sarao como este. Si es llenar las calles, que la gente pete el centro, haya ambiente y gaste (que de eso va todo también), pues lo consigue. Pero está demostrado que otras propuestas también lo han hecho.
Si queremos que el turismo se fije en nosotros, también lo logra. Pero no ha sido El Cid sino Atapuerca y la gastronomía, por ejemplo, los que han impulsado más a Burgos como destino (es decir, que tenemos alternativas).

Además, si continuamos deseando la capitalidad cultural europea en 2031, tal vez debamos ser un poco más atrevidos. Lo de este fin de semana es, con matices, lo mismo que se puede ver en otras partes (mercadillo...) y lo mismo, más o menos, que sucederá aquí el próximo año, el siguiente y el de después. Y como ya dijimos en este rincón, para lo mismo de siempre ya tenemos los Sampedros. 

No pasaba nada por intentar ser algo más audaces; tratar como ciudad de buscar otros caminos; explorar territorios que no hayan trillado todas y cada una de las capitales del entorno; llevar  la cultura (de verdad) y la jarana a la calle; recuperar lo bueno que se ha eliminado e inventar (sin miedo) otras cosas. Y, vale, que se haga lo de El Cid, si tanto gusta, pero que se ofrezca también la posibilidad de ser seducido por lo nuevo, lo fresco, lo inesperado; de poder volver la mirada a otros horizontes; de dejarse sorprender... Porque de eso va también la cultura, y en la calle más. Y quién sabe, igual hasta triunfa.

Salud y alegría