Es posible que muy pocos burgaleses conozcan este pequeño pueblo incardinado en el centro del Geoparque de Las Loras. Para quienes no lo hayan visitado hemos de decir que es una localidad con cuatro o cinco vecinos, ejemplo palmario de eso que desde hace unos años venimos llamando la ‘España vaciada’. La llegada desde Villadiego nos va sorprendiendo por la grandiosidad que va adquiriendo el paisaje calcáreo que tiene en la Peña de Amaya y en La Ulaña unos magníficos telones de fondo. Según nos acercamos a Fuenteodra, es raro que uno no pierda el paso y sienta que su vista se halla inevitablemente atraída ante esa singular conjunción del paisaje y del núcleo urbano en el que resalta la potente mole de la iglesia parroquial, que se levanta sobre un pequeño promontorio, empequeñeciendo al caserío, recortándose de manera soberbia sobre un bello sinclinal, formando una imagen cargada de caracteres pintorescos.
Dos patrimonios -el arquitectónico y el natural- se dan la mano en esta pequeña población de manera armónica y aunque solo fuera por ello bien merecería una visita. Lamentablemente, el bello templo de San Lorenzo, una destacadísima construcción erigida en torno al año 1500 en un esplendoroso estilo tardogótico, se halla en claro riesgo de derrumbe y parecía que estaba abocado al mismo final que otras muchas edificaciones históricas de nuestra provincia. Pero en Fuenteodra ha surgido el milagro. De la mano de Hispania Nostra y de su programa de impulso del micromecenazgo y, sobre todo, con la ilusión y el esfuerzo denodado de los vecinos se ha conseguido recaudar la nada desdeñable cifra de casi 60.000 euros con los que se iniciarán las labores de restauración. Obviamente, es mucho más lo que se necesita para salvar esta iglesia, pero el primer paso ya está dado. Quizá lo más importante es que han sido las personas relacionadas con el lugar quienes han iniciado un proceso que ya no tiene marcha atrás, al que deberán sumarse las administraciones, y cuyo conocimiento ha trascendido nuestras fronteras. Fuenteodra pasa a formar parte de un conjunto de pueblos burgaleses que son ejemplo por la conservación de su legado, como Cardeñuela Ríopico y Quintanilla Ríofresno, y que en los últimos tiempos tantas alegrías nos están proporcionando.