Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


Ese silencio

21/10/2024

Ardo en deseos de ver la película de Almodóvar. El hecho de que un español esté en el ranking de los mejores directores del mundo ya debería ser suficiente, pero en esta última el manchego trata un tema determinante en toda mi obra literaria: la muerte. Por ello el profesor Jesús Barrajón tituló la antología de mi poesía, El corazón de la muerte (Hiperión 2022). Almodóvar ya lo trató en anteriores películas, pero sin apenas metafísica, ahondando en lo tragicómico (el filme empieza con las mujeres del pueblo limpiando las tumbas mientras cantan Las espigadoras de la zarzuela La rosa del azafrán), y en las historias de fantasmas manchegas de pueblos, en las que los muertos conviven con los vivos, como es el caso de Volver en el que Carmen Maura aparece como una abuela fantasma. 
Escribí hace tiempo de la sintonía que tiene esta escena con Swedenborg, matemático, físico, y metafísico, autor que nos descubrió Borges como el más misterioso y extraordinario de los hombres. Decía el sueco, (como en El sexto sentido), que cuando alguien muere no se da cuenta de que está muerto, porque todo alrededor sigue igual. Extraña coincidencia entre los fantasmas manchegos y la metafísica nórdica.
En este último, La habitación de al lado, sigue el camino de Ingmar Bergman o Carl Theodor Dreyer, cuestión que resalta Carlos Boyero en una crítica llena de inquina y venganza, considerando curiosa esa evolución, cuando no lo es como acabo de decir por Swedenborg. Sobre qué tiene Boyero contra Almodóvar paso, solo resalto esa inoportuna ácida soberbia que siempre usa contra él. 
No he visto la película, pero cuantas referencias me llegan me interesan. La deuda con el filme de Bergman Persona se transforma seguro en belleza fílmica. También dos mujeres (enfermera y paciente) van a una cabaña y allí encuentran una identidad común y la amistad. La nieve cae sobre Nueva York mientras ella, con la muerte en los ojos, la mira. Es inevitable pensar en Dublineses y su último relato, Los muertos, al final: «Soñoliento vio cómo los copos, de plata y de sombras, caían oblicuos hacia las luces». Boyero ofrece la versión de Huston con su «maravillo lirismo, el de verdad...». Me parece absurda la comparación de dos universos tan alejados. 
En mi poemario El sueño de la muerte expreso la trascendencia desde una fábula sufí que escribió Wallace Stevens en su último poema. En ella el corazón ya no late con sangre sino con sueños. «Qué sueños habrá en el sueño de la muerte», dice Hamlet. Para Bollero, esta evolución de Almodóvar de John Waters y el cine underground hacia las «turbulencias del alma», es curiosa. A mí me parece maravillosa.

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