Martín García Barbadillo

Jueves sí, jueves no

Martín García Barbadillo


Un San Queremos

15/04/2024

El pasado jueves, a muchos por aquí nos estaba a punto de explotar el móvil de tantas gabarras que nos entraban sin parar en todos los formatos posibles (vídeos, fotos, wasaps, insta...). No es casualidad, si uno va a cualquier pueblo de esta provincia en verano verá a muchos más chavales con camisetas del Athletic que de cualquier otro equipo. Esto es la España Vacía y se vació, en una porción muy importante, en Vizcaya. Así que, quien más quien menos, tenía a media cuadrilla o familia apostada en las márgenes de la ría viviendo un momento de jolgorio y comunión colectiva esperado durante décadas y, signo de los tiempos, compartiéndolo en directo a todos sus contactos.

Y, la verdad, daba envidia ver a una mayoría tan aplastante de una población unida, física y espiritualmente, con un objetivo común: celebrar. Nada menos. Y, sí, se puede pensar que va de fútbol: que hacía muchos años que no rascaban nada, que festejan su modelo único de enfrentarse al mundo con jugadores de la tierra (y alrededores cercanos)... Pero no va de eso, en otras ciudades sus equipos han ganado la Copa (a veces por primera vez) y no se ha montado ni la décima parte. Reunir a tanta gente tiene más que ver, en mi opinión, con querer celebrar, con mayúsculas, desear festejar a lo grande, regalarse como colectividad un momentazo para recordarlo siempre, algo así como una boda a la que estamos todos invitados. Ha sido un San Queremos (y San Nos lo Merecemos) en toda regla.

Me parece una idea gloriosa, celebrar cuanto se pueda. Y, como además, el fútbol es un poco la excusa, ¿por qué no inventarnos un instante así (de subidón colectivo) aquí? Yo haría lo siguiente: instauraría en Burgos una megafiesta en esa onda que se celebraría cada 20 años. De esa forma, una persona podría llegar a vivirla de niño, joven, adulto y anciano. Le generaría recuerdos y emociones profundas; la esperaría con deseo y marcaría el paso de su vida y la de los suyos, los que le precedieron y los que le siguen. Lo suyo sería realizar un sorteo para determinar el primer año en que se celebrase, entre 2024 y 2044, para dar emoción y crear expectativa... ¡Y a gozar, amigos!

Le puede parecer una estupidez (y tal vez lo sea), pero así surgen las tradiciones y, tal y como anda el mundo, nunca estará de más reservarse un hueco para disfrutar, como hicieron (y a lo grande) el otro día en Bilbao. Salud y alegría.