Que esta provincia es especial, para lo bueno y lo malo, creo que nadie lo pone en duda, aunque también pienso que lo mismo opinarán los que viven en otras, pero aquí hay algunos hechos que avalan -en negativo- esa sensación de ser 'diferentes'. Hago esta reflexión tras visitar hace unos días el parque temático Puy du Fou, en Toledo, y recordar que hace casi tres décadas se barajó la posibilidad de que este gran montaje (similar al que ya existía en Francia) se ubicará en Oña, en terrenos de la conocida como finca de La Santé, siendo los promotores una serie de empresarios burgaleses, con el dueño de los terrenos a la cabeza. Este ilusionante anuncio nunca se llegó a materializar, a pesar de la 'solvencia' de los inversores.
Lo que aquí no fructificó es desde hace cinco años una realidad en Toledo y un motor económico para esta provincia, a la que llega casi un millón de turistas al año atraídos por el espectáculo nocturno 'El Sueño de Toledo', que pudo ser el de Oña.
Lo que no pudo ser realidad a los pies del Parque Natural de los Montes Obarenes burebano ya lo es en lo que era un secarral de los Montes de Toledo y que está llamado a ser, además de un gran negocio, un vergel gracias a las más de cien mil plantaciones realizadas, por la tenacidad de unos empresarios que sí vieron la 'oportunidad' y rentabilidad.
Mientras unos disfrutan del éxito aquí tendremos que seguir viviendo sin 'sueños' y conformándonos con la presencia (o visita) de algún que otro circo que nos ponga en el mapa de los atractivos para pasar un fin de semana divertido, como por ejemplo el que han montado las clarisas de Belorado y ese falso obispo al que rinden pleitesía. Estas dieciséis monjas, que siguen viviendo de la fama que alcanzaron en Madrid Fusión, han logrado poner el foco mediático en la villa y quién sabe si no han dado el primer paso para convertir el convento beliforano en lugar de peregrinación para el divertimento, porque de culto católico parece que ya no lo será. De paso seguirán haciendo caja con la venta de su afamada repostería porque estas monjas, convertidas en agentes inmobiliarios (ahí sigue en venta el convento de Santa Clara de Briviesca, ahora propiedad de Iesu Communio), consideran que poderoso caballero es don dinero.