Qué nervios… Todos pendientes de la guerra, de la paz, de Trump, de los chinos, de la próxima ciclogénesis, del sarampión y de mil cositas más sobre las que nada podemos hacer. Creo que por eso agradecemos tanto un par de días de luz y tener unos trabajos tan absorbentes que no nos dejan tiempo ni para pensar en estas cosas de las que se ocupan los mayores.
Por ello, y quedándome en cuestiones más locales y cercanas, hoy voy a ser absolutamente positiva y reconocer la forma en la que se está desarrollando el derribo del Mercado Norte. Casi sin darnos cuenta, sin ruido y con apenas levantamiento de polvo, todo un pedazo de edificio ha desaparecido tanto de nuestras mentes como del plano de la ciudad con una 'elegancia' no vista. Otra cosa distinta parece que va a ser lo que finalmente pueda hacerse en dicho espacio y su naturaleza. Ojalá ese espíritu ambicioso que se nos ha vendido en los últimos tiempos sea algo real y podamos disfrutar de un edificio singular, único y con un contenido atractivo que se convierta en una de las locomotoras del centro.
El barrio de todos los burgaleses lleva muchos años esperando este proyecto y se merece que sea una realidad. Creo que poco nos importa a los ciudadanos de a pie si es público o privado, solo queremos que se haga y, desde luego, que no sea algo mediocre o de pasar el expediente. Es una ocasión perfecta para crear un espacio que unifique todas las actividades y sectores posibles de la ciudad, convirtiéndolo en un punto de encuentro y disfrute para los burgaleses y para quienes nos visiten. No somos Madrid, ni Barcelona, ni siquiera Bilbao, así que habrá que pensar en un plan a nuestra medida y dimensionado para las expectativas reales de nuestra increíble ciudad.
Lo digo porque cuando se nos ha presentado o hemos tenido la oportunidad de hacer actuaciones que marquen la diferencia y nos pongan en el mapa, nos hemos asustado y rápidamente nos hemos inclinado por lo cómodo, lo discreto. En definitiva, por lo aburrido. Hemos dejado pasar en las últimas décadas muchos trenes, y lo digo con segundas. Ahora, tenemos una ocasión de oro en un punto neurálgico de la ciudad para armarla y hacer lo que Burgos se merece.