Vladimir V. Laredo

Petisoperías

Vladimir V. Laredo


Lo inconcebible

19/06/2024

Miren, el primer recuerdo que me viene a la memoria del momento en el que aterricé definitivamente en la ciudad de Burgos, con apenas diez años, es el de las barracas en La Quinta. Llegamos en plenos Sampedros y, desde mi perspectiva infantil, aquello era un despiporre absoluto. Gente, algarabía, movimiento… Eso sí eran unas Fiestas de verdad.

Pasaron algunos años, y aunque no sé muy bien la razón, las cosas cambiaron. Hubo transformaciones en la ciudad, hubo cambios de ubicación de atracciones, circos, verbenas, surgieron nuevos emplazamientos, se desecharon algunos antiguos, la gente aplaudió algunos y protestó otros, y la vida transcurrió como si tal cosa entre milaneras, universidades, polígonos y barrios enteros que amenazaban con levantarse contra el gobierno local de turno por si acaso les tocaba aguantar algo que otros barrios ya habían rechazado. Todas las situaciones eran objeto de debate, en ocasiones encendido, todas las decisiones eran erróneas o acertadas según quién fuera el observador que las recibiera.

¿Todas? No. Había una pequeña decisión que aunaba a casi todos los irreductibles burgaleses, y esa era la de cuál era la ubicación idónea para la jira de El Parral. Y para esta inexistente diatriba, la respuesta era obvia: «Pues en El Parral, ¿dónde si no?». Hasta que, de repente, apareció Patrimonio, dueño y gestor legítimo del parque en cuestión. Y dijo que iba a adecentar sus instalaciones. Y que esas obras iban a obligar, al menos momentáneamente, a celebrar cuanto menos un Parral en otro lugar. Y la gente se enfureció. Y los dirigentes se enfurecieron, los que estaban entonces, y los que ya no. Y clamaron y exigieron, y al final transigieron, y lo celebraron en La Quinta, a regañadientes. Y fue un éxito. Y a la gente le encantó. Y entonces, quienes antes decían que ahí no, empezaron a pensar que quizá ahí sí, y se planteó un nuevo y hasta bien poco antes inexistente debate sobre lo que antes era inconcebible, un Parral sin Parral, una jira lejos de la procesión, de Las Huelgas, del lugar original y nunca discutido.

¿Y usted, que me lee, qué opina?