Lionel Barber, periodista, fue director del Financial Times entre 2005 y 2020, durante tiempos difíciles, turbulentos y emocionantes. Acabado su mandato escribió un interesante libro -Vencedores y vencidos, Deusto, 2022- en el que relató sus numerosos encuentros con los políticos, y dirigentes económicos más influyentes del mundo. Hace referencia en contadas ocasiones a los presidentes españoles (Zapatero y Rajoy) sin rastro de elogio. En el caso del socialista, dice que trataba de solucionar los problemas siempre con dinero, sin contemplar otras posibilidades. Una impresión bastante acertada, ya que Zapatero fue un gran gastador incluso en tiempos de bonanza, cuando la estrategia de la cigarra imprudente no guarda para hacer frente a los momentos difíciles.
Los gastadores (no de su dinero) imaginan que alguien se hará cargo de las deudas que van generando y, al fin de cuentas, que las facturas… al siguiente. Por dinero que no quede. La estrategia del gobierno Sánchez se asemeja al despreocupado por el dinero. Sostiene que la economía va muy bien, la mejor de la OCDE, la que más crece, pero mantiene un gasto público financiado con deuda que registra déficit primario (sin contar los intereses de la deuda) de forma permanente.
«Gobernar es gastar», sostenía el profesor Fuentes Quintana (cuyo centenario de su nacimiento cumple ahora) con un sentido pesimista y crítico en su proposición, ya que llevaba implícito el añadido «gastar mal». La política implica gasto, la cuestión está en la finalidad y las consecuencias de ese gasto.
Esta semana se ha celebrado en Santander la enésima Conferencia de presidentes autonómicos sin ningún resultado, solo gastos de desplazamiento y organización perfectamente prescindibles. Se trata de una instancia administrativa peculiar, no constitucional por ser posterior a la ley de leyes, pero relevante por la concentración de poder efectivo que supone.
Los asuntos que podría enfocar y resolver esa reunión de rabadanes son numerosos e importantes. Requieren preparación previa y voluntad de hacer más allá del zarandeo político de hunos contra hotros (en certera denominación de Unamuno). Hubo reunión (cinco horas), hubo gasto… y nada más; la mejor fue que pelearon poco, que no se insultaron más de lo habitual.