Ya hay informe interno para analizar las causas de la pérdida de más de 850.000 euros de la recaudación de los autobuses. Más allá de su contenido, lo que resulta especialmente llamativa es la defensa que hace el concejal de su gestión. Perplejo se queda uno al ver que dos de los grandes argumentos de su defensa son que no se enteró de lo que estaba pasando en su servicio y que hacía muchos años que la empresa no ingresaba el dinero con puntualidad (algo, por otra parte, que también se puede matizar). Que se reaccionara de manera «tímida», en palabras del vicesecretario, y que no se frenara la hemorragia parece que no tiene mucha importancia. Palabras generosas ya que durante meses lo que hubo fue inacción.
El informe de la tesorera es absolutamente esclarecedor e insiste en una de las claves. Nada más conocerse el problema, el contrato tuvo que resolverse. Aunque la empresa presentara un recurso o decidiera ir a los tribunales. Aunque hubiera que haber puesto los autobuses gratis durante algún mes. Cualquier cosa antes de dejar que pasara lo que pasó.
Lo dicen dos altos funcionarios de la casa. No se reaccionó de la manera que se tenía que haber hecho. Independientemente de que ese contrato nunca se tuviera que haber firmado. No se trata, como dice el concejal, de que Prepay fuera un mal pagador desde hace años o de que esto empezara con el PSOE. Eso está muy bien para sus luchas partidistas, pero esa no es la lección que hay que aprender. Dice también el vicesecretario que es necesario actuar con más «determinación». Tiene razón. Eso es lo que ha faltado. Eso y haber preguntado al iniciar el mandato cómo están cada uno los contratos más importantes del servicio. No son tantos. Mejor no entrar en lo de presumir de que en año y medio casi nombran a un gerente.