Había una expresión en el argot de la profesión periodística para referirse a aquellos asuntos de poca importancia, pero a los que los medios de comunicación, por falta de otras noticias de actualidad, les daban un protagonismo que no les correspondía: serpientes de verano. Recibían ese nombre porque era precisamente en verano cuando decaía la producción informativa como consecuencia de las vacaciones estivales de la clase política, por lo que otras informaciones debían llenar el espacio que dejaba vacío la falta de actividad de sus miembros.
Esas noticias intrascendentes, incluso a veces inventadas, con las que había que llenar las parrillas de los programas y las páginas de periódicos y revistas tuvieron su primer gran antecedente en el Monstruo del Lago Ness. De hecho, la primera referencia que existe sobre él aparece en 1933 en un periódico local escocés en un artículo sin firmar, que recoge el testimonio de un matrimonio que afirma haber visto una criatura parecida a una gran serpiente zambulléndose en el lago. Desde aquel año, Nessi reaparecía cada mes de agosto convirtiendo su hipotética existencia en una cuestión de fe para los lectores que, verano tras verano y página tras página, iban conociendo la experiencia de turistas y lugareños que aseguraban haber contemplado a la bestia.
Hoy por hoy, la necesidad de noticias que hagan destacar sobre la competencia ha crecido de forma tan exponencial que las serpientes de verano ya reptan por algunas redacciones durante todo el año, afectando, además, a cualquier ámbito o sección. De hecho, lo que anteayer era una excepción que se circunscribía a los meses de julio y agosto, y para la que nos protegíamos como lo hacíamos frente a las quemaduras del sol o la posible salmonela de la mayonesa, es ahora tan frecuente que, en algunas marcas de comunicación termina por convertirse en norma, la norma de los bulos. Por ello, de igual forma que protege su piel del sol con una crema de referencia o que no se come una ensaladilla rusa sin garantías, no debería consumir información que no provenga de un medio de comunicación acreditado, como es el caso. Si en las dos primeras situaciones lo agradece su cuerpo, en la segunda lo hará su mente.