Los fondos Next Generation me hacen soñar oiga. Sí, sí, soñar. Soñar con ver materializados proyectos que sobrevuelan mi imaginación hace años, como el de transformar la localidad de Salazar en el Santillana del Mar tierra adentro, o poder excavar al completo la fortaleza de Tedeja y rescatarla de la tierra que ahora impide observar su extraordinaria belleza.
Siempre he creído que Salazar, a pocos kilómetros de Villarcayo y Puentedey, cuenta con todos los ingredientes para generar economía y atraer turistas y con ellos, negocios. Pero hasta ahora nadie los ha conducido a una de las poblaciones de Las Merindades con más torres, casonas y blasones por metro cuadrado.
Tampoco ha sido posible sacar a la luz las diez hectáreas de la fortaleza de Tedeja y sus más de 400 metros de muralla aún escondida, una obra humana defensiva espectacular a la que acompañan unas vistas maravillosas del desfiladero de la Horadada y que pocos turistas frecuentan, ante su insuficiente promoción. Tedeja también podría ser un recurso turístico de primer orden si logra ser tocado con la varita mágica de los fondos europeos que ha pedido el Ayuntamiento de Trespaderne. El proyecto de reconvertir la antigua estación de ferrocarril de la localidad en un complejo turístico y hostelero, que sin éxito ya acudió a una convocatoria de fondos europeos, también me hizo soñar.
Pero solo los fondos Next-Generation, nacidos de la maldita pandemia, podrán lograr que los sueños se conviertan en realidad, puesto que los presupuestos municipales carecen de capacidad para afrontar las inversiones necesarias. Puestos a soñar, sería estupendo que los nuevos equipos de gobierno que tomarán las riendas de nuestros ayuntamientos solo tuvieran que tener buenas ideas y proyectos solventes para lograr su financiación en vez de lidiar con presupuestos muchas veces misérrimos.