«Al soltar lastre, el globo se eleva con cierta alegría consiguiendo prolongar el efecto que produce la quema de paja y lana. Esto permite al aeróstato, con el viento oportuno, alcanzar mayores distancias», anotó observador Monsieur Jacques-Étienne Montgolfier. Días después, 4 de junio de 1783, los hermanos globólogos pusieron en práctica sus conocimientos con el primer vuelo tripulado de la historia. Lo más difícil de todo fue hacer entender al carnero, una vez ascendidos, que tirara las bolsas de cáñamo con arena. No hubo manera. Por más «Allez, mutton, allez», que le gritaron, el animal se mostró modorro, lo que explicó su mansedumbre y el desorbitado precio exigido por el pastor. Fueron los otros globonautas, pato y gallo, quienes por iniciativa propia picaron enloquecidos el suculento tejido de los sacos provocando las pérdidas de arena que propiciaron una ascensión de 2000 metros y un recorrido de 8 kilómetros.
¿Habrá anotado algo Madame Ayala en su cahier con la reciente pérdida de lastre? Porque lo ha perdido…, ¿verdad? Viendo el pleno del pasado viernes, a uno le entran dudas. Unas dudas terribles de si de verdad quería romper con Vox, y sobre qué hace esa mujer ahí. Cuanto más sabemos de Ayala, menos convencidos quedamos de su voluntad y compromiso como alcaldesa. Más allá de los repartos, de los ascensos de sus dos escuderos, nada traslada la idea de un mayor compromiso y competencia. Nada sugiere que se ponga al frente de nada. Lo que lleva a la gran pregunta: ¿qué hace al frente de la corporación Cristina Ayala? ¿Cuál ha sido, es, su aportación? Por el momento lo único que le oímos decir es que sigue echando de menos a Vox, o mejor, su stabilità. No parece que entienda lo que es gobernar ni las exigencias que conlleva. Sigue lamentando que se haya roto el pacto por «una partida que económicamente era pequeña», lo que implica que no se ha enterado de nada de lo sucedido, del trasfondo político, económico-laboral, del tren de racismo que ella ha propiciado y, sobre todo, del baldón que ha supuesto para la imagen de su partido y la ciudad.
¿Qué cree que van a encontrar los jueces europeos en su rastreo internetero sobre los compromisos éticos y culturales de la ciudad de Burgos cuando le hagan la evaluación al no muy boyante proyecto cultural de Burgos 2031?
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