La relación entre la Administración y los ciudadanos siempre ha tenido sus dificultades. Del vuelva usted mañana de antaño hemos pasado al acceda a los servicios públicos y realice sus trámites cómodamente desde su casa a cualquier hora los 365 días del año. Así visto, y salvo que se pertenezca al numeroso colectivo inmerso en la brecha digital, todo parecen ventajas. Sin embargo, cuando uno se anima a enfrentarse a la sede digital de turno, en más ocasiones de lo que sería deseable acaba perdiendo la paciencia, el tiempo y teniéndose que acercar a la ventanilla de siempre para poder culminar la operación con éxito.
Para comenzar, todas deberían adoptar el mismo sistema de firma e identificación electrónica que sirva para operar en ellas. Del DNI electrónico y sus dificultades técnicas pasamos al Certificado Electrónico, que luego se amplió al admitir en muchos casos, aunque no en todos, el sistema Clave en sus múltiples variedades, lo cual no facilita precisamente las cosas. Quizá haya llegado el momento de simplificar y quedarse solamente con uno para todas, el que se juzgue más práctico o el que con más frecuencia elijan los ciudadanos a quienes se debería instruir de una forma más activa para facilitar su conocimiento y así fomentar su uso.
Por otro lado, están las sedes electrónicas de las diferentes Administraciones entre las que existen notables diferencias. Las hay intuitivas y relativamente sencillas como las de los organismos pertenecientes a la Administración General del Estado en las que con un conocimiento básico de las nuevas tecnologías puedes conseguir realizar los trámites empleando una cantidad de tiempo razonable. En el extremo opuesto, la página de la Junta de Castilla y León, la peor con diferencia, que parece diseñada para que el ciudadano, sea cual sea su nivel de conocimientos en el plano digital, desista de su propósito.
Por desgracia, algo que no cambia nunca y que no se moderniza, ni en formato papel ni en el ámbito digital ni en ninguna Administración, es el farragoso lenguaje administrativo que, aunque la comprensión lectora del administrado sea de diez, hace que tenga que leer tres veces para entender lo que tratan de comunicarle. Esta modernización sería la más interesante, partiendo de ella, bienvenidas sean todas las demás.