Pues sí señores. Ya la tenemos aquí de nuevo. En muy pocos días estaremos colapsando las redes sociales con mensajes de paz y felicidad, gastando a lo loco en regalos y manjares y degustando los turrones, esos sin los que casi me quedo porque soy del club de comprarlos cuando toca y no tres meses antes. No salen a la venta en agosto porque hace calor y se derretirían en los lineales de los supermercados, pero todo llegará.
También toca hacer balance del año que da los últimos coletazos al que no nos va a costar nada despedir. Un 24 bisiesto que, haciendo honor a su leyenda negra, ha llenado el mundo de inestabilidad y guerras y que ha traído a nuestro país una terrible DANA que ha destrozado la vida a miles de personas para las que esta Navidad se quedará, como poco y por desgracia, en negro. Por contra, el terrible temporal ha puesto en mayúsculas actitudes y sentimientos que siempre afloran en estas fechas, unas veces de verdad y otras como slogan. Por suerte, en Valencia, la fraternidad, la cooperación, la ayuda mutua y la solidaridad entre las personas están alcanzando cotas máximas y genuinas, de esas que hacen pensar que la creciente deshumanización que se aprecia en nuestra sociedad puede ser reversible. Vaya desde aquí un fuerte abrazo a todos los afectados.
Sin embargo, la creencia en la bondad del género humano cae en picado cuando en las redes, con la valentía que da el anonimato, nos encontramos con el linchamiento a la mujer elegida por Televisión Española para retransmitir las campanadas de fin de año a la que tratan de insultar llamándola gorda. Y digo tratan porque ha sido una gran satisfacción ver a LalaChus dando una lección, con mucho humor, talante, inteligencia y sin dejarse amedrentar, a estos energúmenos que, todavía a estas alturas, no pueden soportar que una mujer sea algo más que un florero; con lo que su reacción tiene de ejemplo para muchas otras personas acosadas por razón de su aspecto físico que, creía que ya lo sabíamos todos, es algo que no afecta a las capacidades ni limita los derechos de nadie.
Desde aquí, felicitar a la televisión pública por renovarse y desearles a todos ustedes que, además de comer las uvas viendo a quien les dé la gana, disfruten de las Navidades o consigan pasar por ellas de puntillas, lo que cada uno prefiera.