El último día del año no es un día cualquiera. Parece que el cuerpo nos pide hacer balance. Individual, sobre todo, de cómo nos ha ido a nosotros. No a los políticos, a la economía, a nuestra ciudad o a nuestro país, que siendo todo importante, la verdad, hoy no es los que nos ronda. Un 31 de diciembre, sin quererlo, se tiende a pensar en qué tal nos ha tratado el 2024. Si nos ha dejado más alegrías que penas, si hemos conseguido nuestros objetivos… en definitiva, si estamos deseando darle carpetazo o si recordarlo solo nos hace sonreír.
Pero qué difícil es hacer ese balance. Porque cuando no han ocurrido eventos extraordinarios, grandes cambios en nuestras vidas, solo queda lo cotidiano. Y eso para toda una legión de seres vivientes significa: las preocupaciones constantes por el negocio, el 'sobretrabajo', la contrarreloj diaria para conciliar lo laboral y lo personal, el estrés como fiel acompañante, el convencimiento de que 24 horas resultan escasas por todas partes, el cansancio, un puente por aquí, unas vacaciones por allá (pero qué cortas son siempre)… En fin, ese repaso, al que podemos enfrentarnos todos, puede ser crudo. Y si le añadimos algo tan ligado a la vida como son las pérdidas (algunas tan crueles como las de mis queridas Fátima y Lou, que me duelen en el alma) serán no pocos los que concluyan que este año ha sido más de superar que de disfrutar.
Quizás los más mayores nos dirían «acostumbraos, bonitos», pero tampoco es mal día para replantearse qué es lo que merece la pena (también los mayores). Lo que la merece de verdad: cuáles son nuestras prioridades o qué tiempo deseamos dedicar a los que queremos. Teniendo eso claro, sería recomendable entrar en el nuevo año con la firme intención de vivir la vida que deseamos y no la que a veces el mundo nos organiza. No será fácil de conseguir, será una obra de esas que se licitan más de una vez, se topa con mil recursos y llevarla a término cuesta sangre, sudor y lágrimas. Algo así como el centro de salud del Silo o el Parque Tecnológico. Pero si nos lo creemos, quién sabe. La vida es demasiado corta, qué digo corta, puede ser hasta un suspiro, uno nunca lo sabe. Cambiemos el vivir más, por vivir mejor.
Salud para todos, y feliz 2025.