Juan Manuel Pérez

Plaza Mayor

Juan Manuel Pérez


Rubiales, Monedero, Errejón...

24/02/2025

Quién le iba a decir al expresidente de la Federación Española de Fútbol que su condena por el 'piquito' a Jenni Hermoso tras ganar el Mundial iba a quedar en un segundo plano de la actualidad debido a la última pira que se ha prendido en la plaza pública para achicharrar a Juan Carlos Monedero. Luis Rubiales ya es historia. A ese cajón también irá a parar el politólogo y cofundador de Podemos, donde le espera su excompañero de asambleas y 'baboseos' Íñigo Errejón. ¿Quién será el próximo?

Por más empeño que ponga la actual dirección del partido morado en que pase cuanto antes este cáliz, pregonando que actuaron con diligencia cuando conocieron las primeras denuncias, no lo va a tener nada fácil. Aquí no sirve lo de «cabalgar las contradicciones», ese argumento de todo a cien que le servía a Pablo Iglesias para pasarse por salva sea la parte sus principios inquebrantables. Ione Belarra e Irene Montero van a tener que tragar mucha bilis y enfrentarse al juicio mediático y ciudadano a medida que se vayan conociendo más detalles de las denuncias de acoso que están dejando en evidencia a los machos alfa de su espectro político. 

Faltan pocos días para que se celebren las manifestaciones del 8-M. De momento se han caído de las pancartas moradas dos de los habituales: Errejón y Monedero. Ellos, y muchos como ellos, se intentaron apropiar del feminismo con el propósito de obtener rédito político, aunque alguno tuviera menos respeto por las mujeres que Torrente -no serían malos fichajes para la próxima entrega de la serie de Santiago Segura; ellos, Rubiales, Ábalos, Koldo, el tito Berni...-.

En las denuncias a Monedero, como en las de Errejón, vuelve a aparecer la sombra de un piolet, el utensilio que utilizó el agente estalinista Ramón Mercader para asesinar a Trotski y que con tanta destreza figurada utilizan algunos partidos de izquierda para saldar cuentas pendientes. La guerra abierta entre Podemos y Sumar es más visceral que ideológica y sus líderes siempre han sido muy seguidores de Juego de Tronos, donde no hay término medio: o ganas o mueres.