No han pasado 50 meses, ni siquiera 50 semanas. Hoy se cumple el quincuagésimo día de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. Una cifra redonda que el magnate norteamericano seguro que celebrará sorprendiendo al mundo con otra de sus ocurrencias. Comenzó a esparcirlas antes de su investidura y desde entonces se ha convertido en una pesadilla diaria para aquellos líderes del mundo que no le bailan el agua, sobre todo en los países de la UE, que desde el 20 de enero han encontrado una nueva razón para intentar recuperar el alicaído espíritu europeísta.
La ciudadanía del Viejo Continente asiste atónita a este cambio de paradigma en las relaciones internacionales. Lo hace además con la agravante de no tener líderes 'fiables' en los que depositar su confianza. Los países están como están y sus mandatarios tienen la credibilidad que tienen. El que más empeño pone en lograr que Europa tenga voz propia en estos momentos de desconcierto global es Macron. Le sigue a rueda el premier británico. El laborista Keir Rodney Starmer había empequeñecido tras su mayoría absoluta, pero en sus últimas declaraciones demuestra un fervor patriótico parecido al de muchos compatriotas tras escuchar Land of Hope and Glory en los Proms.
A ese tren de orgullo comunitario tiene que subirse en breve Alemania, una vez que se concrete el acuerdo entre los dos grandes partidos de ese país y que tome posesión su nuevo canciller. Está por ver el asiento que ocupan Meloni o Sánchez. La italiana tiene que bailar entre dos aguas por sus 'simpatías' con Donald y el español no puede enfadar a socios de gobierno y de investidura, algunos de los cuales son férreos defensores de dictaduras o regímenes autoritarios. ¿Alguien se imagina a Podemos, Bildu o ERC aprobando un aumento del gasto militar para apoyar a Ucrania?
Hay quien ve en la pinza Trump-Putin una oportunidad para Europa y las democracias liberales. Otros consideran que ante esta prueba de fuego volverán a responder como en tantas otras ocasiones: dedicándose a regular y dejando la acción a otros.