David Hortigüela

Tribuna Universitaria

David Hortigüela


"Esto antes no pasaba"

12/03/2025

En el ámbito educativo, añorar tiempos pasados se ha convertido en un recurso demasiado frecuente. Expresiones fundamentadas en la opinión de que actualmente ha empeorado la calidad de la enseñanza, la motivación del estudiante o su nivel de rendimiento académico se han instaurado en toda la esfera social: medios de comunicación, familias, docentes… Sin embargo, estas quejas encierran múltiples problemas y reflejan una resistencia al cambio más que una crítica fundamentada sobre la evolución del sistema.

Estas afirmaciones, en algunos casos tan categóricas, parten de una idealización del pasado que rara vez se sustenta con datos objetivos. Se asume que antes los estudiantes eran más respetuosos, que los docentes tenían mayor autoridad y que el nivel de aprendizaje era superior. No obstante, la evidencia científica refleja que los problemas disciplinarios, la falta de recursos y la desigualdad en el acceso al conocimiento han sido desafíos persistentes a lo largo del tiempo. Todo ha evolucionado (y sigue evolucionando) a una velocidad de vértigo, y esto puede observarse en variables como la comunicación o el acceso a la información, que nada tienen que ver con cómo eran hace escasos 10 años. Entre muchas diferencias, hay que tener presente que, hoy en día, existe una mayor visibilización de todo lo que sucede gracias a la tecnología y a una sociedad más crítica con el sistema educativo. Además, no podemos obviar los contextos socioculturales en los que se desarrolla la educación. 

En muchas ocasiones, esa nostalgia de un pasado supuestamente mejor impide un debate constructivo sobre cómo mejorar la educación en el presente. Por ejemplo, obvia elementos como la integración de las tecnologías en el aula, la educación inclusiva y el enfoque en el bienestar emocional de los estudiantes, que, sin duda, son grandes avances inconcebibles décadas atrás. Es muy sano ser crítico, pero más todavía ser objetivo y basarse en la evidencia generada en el recorrido histórico. Quizás, en lugar de la queja gratuita que solamente conlleva a la evasión de la responsabilidad de adaptación, sea más inteligente comprender los dinámicos que son los procesos de enseñanza y valorar la gran evolución acontecida actualmente, estando nuestros niños y jóvenes altamente formados.

Es evidente que todo es mejorable. De hecho, nuestro sistema educativo lo es. Ahora bien, es innegable la gran transformación pedagógica que ha existido, donde debe ser tan importante el contenido a enseñar como la manera de hacerlo, fomentando la inclusión del alumnado. Basta con comprobar cuál era la tasa de titulación o qué sucedía con el alumnado con necesidades educativas en nuestra historia más reciente. Por lo tanto, sin duda, debemos ser reivindicativos, pero no a través del fomento de una visión pesimista de la educación que desmotiva tanto a los docentes como a los alumnos. Tendríamos que enfocarnos en los desafíos y oportunidades actuales en lugar de trasladar mensajes de decadencia y crisis permanente. 

La educación debe evolucionar con la sociedad, y nuestro reto, si verdaderamente nos interesa, es adaptarnos para mejorarla constantemente.