Aristóteles definió la política como el arte de lo posible y otros como Churchill o Bismark la asumieron como propia, pero eran otros tiempos y los políticos -menos 'profesionales' que gran parte de los actuales- creían y hacían todo lo posible para llegar a acuerdos o pactos para dar respuesta a las demandas de los ciudadanos. Ahora prima la estrategia partidista, ya sea local o nacional, y los intereses personales para rechazar cualquier tipo de trato, con el agravante de no entrar ni a valorar la propuesta o plantear algún tipo de alternativa.
Este es el nivel de nuestros políticos, los de aquí y los de allí. El último ejemplo, el de las cuentas regionales para el próximo ejercicio elaboradas por el PP, que han sido calificadas por la oposición de 'panfleto' y 'película', dos adjetivos que adelantan la postura que mantendrán el PSOE y Vox a la hora de aprobar el techo de gasto y, si llega el caso, el Presupuesto.
Pero si curiosa es la postura de los grupos de la oposición, unos pensando más en las primarias y sus luchas internas con Ferraz, y los otros a lo que ordene Madrid, no lo es menos la del propio partido de Gobierno. Visto desde fuera, da la sensación de que el PP ha elaborado el Presupuesto porque tocaba hacerlo ahora y para evitar reproches de la oposición, pero que lo ha hecho con la certeza de que es un trabajo en balde y que las cuentas se quedarán en papel mojado, sin que se pueda alcanzar ningún acuerdo, porque todos a están a otra cosa y no hay socio posible. Lo curioso es que la oposición argumenta su postura aduciendo que el PP no quiere aprobar el presupuesto, tal vez no les falta razón, porque no hubiera estado de más sentarse a negociar antes de presentar las cuentas, y desde los populares ya daban por descontando antes de hacerlas públicas que no contaría con ningún apoyo.
El portavoz de Vox, en referencia a la propuesta de presupuesto, dijo hace unos días que «para ver películas nos vamos al cine» y el título de la próxima que verá es: Sin trato nos vemos en las urnas. Con un PSOE regional en horas bajas y un Vox a las órdenes de Madrid, ambos en caída, al PP solo le espanta el invierno para convocar elecciones y poder hacer su película-política.