Inés Praga

Esta boca es mía

Inés Praga


Adolescencia

13/04/2025

La excelente serie británica Adolescencia ha suscitado un gran debate al mostrar con crudeza el peligroso aislamiento que provocan las redes sociales, así como el contacto con grupos de ideología misógina y violenta. El adolescente se blinda en un universo con códigos propios que los padres no saben descifrar. De ahí su desesperación cuando se producen hechos graves que ellos no pudieron prever.

El tránsito de la infancia a la madurez es un momento vital para el desarrollo del ser humano, aunque el término adolescencia no fue acuñado hasta 1904 por el sicólogo Stanley Hall. Y fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando comienza a usarse como una etiqueta generacional para una edad conflictiva y difícil. J.D. Salinger le dio voz por primera vez en El guardián entre el centeno (1951), un libro que resultó escandaloso por describir sin tapujos el acoso, el desarraigo y la sexualidad de un joven rebelde  neoyorkino de 16 años. El cine también consagraría esta figura en Los 400 Golpes (1959), de François Truffaut, hurgando en la orfandad emocional de un chico de la periferia parisina. Parecía claro, según estos cánones, que los conflictos de adolescentes surgían principalmente en entornos urbanos y con familias desestructuradas.

Poco a poco la adolescencia fue ampliando las señas de un universo particular. En la mía, a principios de los 60, ya teníamos la música como refugio y bandera y después aparecieron la vestimenta y hábitos propios, los puntos de encuentro y sobre todo la delimitación de fuertes barreras entre su territorio y el de los adultos. También fue aumentando su descontento vital, generando ansiedad, trastornos alimentarios y casos de suicidio, con el acoso escolar como causa frecuente. Pero no todo es negativo: el consumo de alcohol y drogas ha descendido y un porcentaje mayor dice confiar en la familia. 

Comparo estos jóvenes con los MENA (Menores Extranjeros No Acompañados) y pienso si también sufrirán revolución hormonal, si cabe alguna crisis de rebeldía cuando uno tiene que sobrevivir solo. El Gobierno acaba de aprobar un polémico sistema de reparto para 4.000 chavales que todos parecen rechazar, alegando falta de medios y/o temor de que incrementen la delincuencia. Qué diferencia tan dolorosa entre seres humanos de la misma edad, unos convertidos en simple mercancía mientras se buscan incesantemente fórmulas y recursos para solucionar los problemas de los otros. Y solo por haber nacido en distintos lugares de un mundo que debería avergonzarnos.