Esta provincia pasa en verano (fugazmente) de desierto a resort turístico. Y ahí suceden algunas cosas de las que, tal vez, se podría aprender algo.
No es mito, ni una especie de evocación bucólica de un tiempo pasado en el que supuestamente las cosas eran mejores. No. Es lo que vi, sin más: dando un paseo nocturno tranquilo (postcena) por mi pueblo y alrededores, me topé con un montón de gente que simplemente estaba fuera de su casa tomando la fresca. Algunos grupos (no había nadie solo -importante-) habían sacado sillas, mientras que otros estaban sentados en los poyos de piedra adosados a los muros de sus casas. Charlaban animadamente entre ellos y con las personas de otros grupos. Obviamente todos se conocen y deciden compartir un rato en un espacio público propicio para estos usos, pensado precisamente para eso: los mencionados poyos, pocos coches, soportales por si llueve...
En cambio, en las ciudades, ¿qué ocurre? Pues que cada vez hay un urbanismo más hostil, en una invitación permanente a abandonar ese espacio público convertido en poco más que lugar de paso, y ya. Uno se puede topar con horrores tipo urbanizaciones cerradas en el centro de la ciudad, parques infantiles privados (y siempre vacíos) más allá de barrotes absurdos o edificios en los que nadie planeó lugar para bajos comerciales (una tienda o un bar, por favor). Cemento y más cemento. Algunos han sido más siniestros y han vomitado ideas retorcidas como los bancos individuales que impiden que puedan dormir las personas sin hogar, o qué decir de la prohibición secular de pisar los jardines (son solo para mirarlos y para que caguen los perros).
¿A qué se pueden deber esas diferencias? A bote pronto yo diría que la causa es clara: los pueblos no los diseñaron arquitectos ni urbanistas (sin ánimo de ofender). Lo hicieron los 'usuarios' y, lógicamente, trataron de satisfacer sus necesidades y no otros intereses ('artísticos' o los que sean). No sería mala idea que se incluyera en los planes de estudio de esos oficios una visita desprejuiciada a un pueblo (en lugar de, por ejemplo, a un vulgar rascacielos de acero y vidrio); para reflexionar, lo mismo sacaban algo útil. Algo que podrían poner en práctica ahora que la solución a la falta de vivienda parece ser que es convertir locales comerciales vacíos en hogares (¡tela!). Ya que van a estar a pie de calle, al menos que le pongan un poyo, y así se pueda tomar la fresca. Por algo se empieza.
Salud y alegría.