«No puedes perdértelo, es gratis, no tiene precio», frase de David Broncano por su programa en TVE, con una ironía sangrante. El espectador no paga directamente por verlo, pero este fichaje estrella tiene un coste multimillonario para las arcas públicas. Nada menos que 28 millones por dos temporadas que sale de nuestros bolsillos. No los ganamos ni tú lector ni yo en 20 vidas…
También ha dicho: «Me gusta estar en un medio público porque soy un convencido de la utilidad de lo público». La declaración es loable, pero nos invita a reflexionar sobre el verdadero uso que se le está dando a ese dinero. La televisión pública debería cumplir una función social: informar, educar y entretener. Pero, ¿justifica el entretenimiento, en este caso 'teledirigido ideológicamente', un gasto tan elevado cuando hay tantas prioridades sociales en un gobierno que se autoproclama progresista?
El presentador afirma: «Tengo mucha suerte de estar en mi piel, soy un privilegiado». Claro, cobrando semejante pastizal… Mientras él actúa 'de bueno' y disfruta del despilfarro que la tele pública pone a su disposición, muchos ciudadanos ven recortes en servicios esenciales. Y hay que tener claro que ha sido puesto a dedo por 'el gran jefe' (con destitución de la presidenta de RTVE incluida) para hacer la competencia directa a El Hormiguero de Pablo Motos y que Sánchez califica que es de 'los malos'. Pero es lo que tiene ser progre de postín y estar alineado con el amo. Esto no es una crítica a su talento o popularidad, ganada principalmente entre los jóvenes anteriormente, sino al gasto desmedido en un programa de este tipo para comprar votos y aborregar a los jóvenes eliminando su pensamiento crítico con una marcada ideología para intentar perpetuarse en el poder.
El verdadero debate no es si Broncano merece estar en TVE o si su programa es divertido. La cuestión es qué tipo de tele pública queremos: una que invierta en entretenimiento ideológico a precio de oro o una que priorice contenidos que realmente aporten valor social. Lo 'gratis' tiene un precio, y todos lo estamos pagando vía impuestos.