Esta semana se han celebrado dos días mundiales muy distintos: el 9, día mundial de la belleza; el 10, día mundial de la prevención del suicidio. ¿Hay acaso dos conceptos más antitéticos?; chirrían las neuronas al reunirlos; mas ¿y si tras esa disonancia hubiera algún encuentro? Veámoslo.
Primero: La belleza es dura, deseada por todos para sí o su entorno, pero ardua y nunca gratuita. Las personas más bellas y esbeltas tienen más éxito social, económico y político. Por el contrario, la fealdad siempre es gratis y aborrecida, causa abyección y aislamiento. Ese ha sido y es uno de los problemas de la enfermedad mental, que se asocia a fealdad, dejadez, asco, y provoca rechazo y aislamiento.
Segundo: La versión romántica del suicidio como el acto más bello de la libertad humana es una patraña peligrosísima, olvidémosla. La prevención del suicidio es un asunto escabroso; se opone a determinantes evolutivos, sociales, sanitarios y personales que hacen que la humanidad persista en suicidarse pese al perjuicio que conlleva. Las enfermedades y el sufrimiento que lo causan nunca se atenúan cuando se ejecuta, más bien se reparten y perduran. El motivo último que lo precipita siempre es el sufrimiento inconsolable en aislamiento insoslayable. Sobre las causas pueden actuar las intervenciones sanitarias y sociales; pero sobre el paso al acto solo sirve la ayuda humana empática y próxima, la mirada de una persona que ve lo que hay detrás de esos ojos que miran al infinito. Cuando esto sucede se produce una conexión impactante, cohesiva y bellísima; ahí podría estar el enlace entre belleza y suicidio.
La OMS publicó un documento basado en 3.500 estudios demostrando que la práctica de actividades artísticas y estéticas por personas enfermas no solo sirve para aliviar sus sufrimientos, sino que solicitan más y antes ayuda sanitaria y ayudan a otras personas a que lo hagan; ese es un punto clave en la prevención del suicidio. También sabemos que la arteterapia sirve para disminuir el riesgo de repetición en personas que intentaron suicidarse. Luego parece que no es tan descabellado unir belleza con prevención del suicidio.
La belleza nos reúne, nos concilia y nos consuela. Todos podemos embellecer nuestras vidas y compartirlo con las personas que necesitan nuestro consuelo cuando no ven ninguna salida para su sufrimiento.