Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Galimatías

26/08/2024

Para enredar una tarde de verano le propongo, a modo de pasatiempo, resolver un galimatías mientras le viene el soporcillo de la siesta. Empecemos por una frase fácil atribuida a Ramón y Cajal: «Los seres humanos sabemos poco y aprendemos mal». Otro sabio más actual, al que tuve la suerte de conocer, la complicó diciendo que «lo poco que sabemos lo sabemos entre todos, pero lo que ignoramos, no, cada cual ignora lo suyo». Ese es el galimatías. ¿Intentamos resolverlo?

Veamos: los sabios, cuanto más saben, más y mejor aprenden, porque se dan cuenta de lo mucho que ignoran y pueden aplicarse a aprenderlo. Sin embargo, los ignorantes ni siquiera saben lo mucho que ignoran, por eso les resulta tan difícil aprender. Luego -añade el autor-, lo mejor que podemos hacer para curarnos de la maldición de don Santiago es compartir lo poco que sabemos, puesto que lo mucho que ignoramos no podemos compartirlo.

Es curioso, pero es cierto, lo que ignoramos no lo poseemos, no podemos darlo ni enseñarlo, pero lo que sabemos, sí, especialmente podemos dárselo a los que lo ignoran, aunque -sospecha el autor- uno de los problemas de los ignorantes es no saber que lo son y, por lo tanto, difícilmente se van a disponer a aprender. Por eso los humanos sabemos tan poco y somos tan malos aprendiendo, si bien esta repartición no es paritaria, pues los que saben tienden a aprender mejor y saber cada vez más y los ignorantes todo lo contrario. La sabiduría siempre puede ser compartida, contagiada, repartida; la ignorancia no, y mejor, pues, si se pudiese, teniendo en cuenta lo mucho que nos cuesta aprender, acabaríamos siento todos ignorantes profundos. 

En fin, como le dije, esto es un galimatías que empezó con una frase sencilla y ha acabado con un embrollo inextricable, y total para decir una cosa tan obvia como que «la sabiduría nos beneficia a todos y la ignorancia a todos nos perjudica», algo parecido a la política, que si es sabia a todos nos beneficia y si es, por ejemplo, como la catalana de ahora mismo, a todos nos perjudica. 

En fin, ya se lo advertí, un embrollo, aunque al menos me queda la esperanza de que al intentar descifrarlo le ha acometido el invencible soporcillo de la siesta y la esté durmiendo sin sobresaltos políticos.