Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Eufemismos

24/03/2025

Mi abuelo Pepe, tan lleno de palabras siempre, puntualizaba ante quien quisiera oírlo que en nuestra familia no éramos ni mucho menos pobres, sino, si acaso, algo cortos de bienes, manifestando una jocosa propensión al eufemismo que parece compartir el presidente del Gobierno en estos días inciertos. Dice Pedro Sánchez que está muy feo eso de que el personal llame «rearme» al plan europeo de gastarse 800.000 millones de euros en misiles aéreos, sistemas de artillería y otras fruslerías, y propone referirse a él como «salto tecnológico», como si esa vieja estrategia de sustituir una expresión gruesa por un circunloquio edulcorado y embustero fuese a evitar que los ciudadanos del viejo continente andemos todo el santo día con el credo en la boca, intimidados por la amenaza rusa y la voracidad yanqui.

Los eufemismos siempre nos han venido de perlas para abordar con decoro determinados asuntos, ya sean estos de índole sexual, escatológica o fúnebre, o para no herir la sensibilidad de ese o aquel delicado sector ciudadano, y también resultan utilísimos para que los poderosos intenten manipularnos y someternos con mil y una añagazas: de sobra sabemos que la «solución habitacional» que se ofrece a nuestros hijos consiste en el alquiler de una estancia indigna a precios de villa toscana; que la «flexibilidad laboral» sirve para que despedirnos resulte francamente barato; y que, si nos informan de que en nuestro barrio va a ejecutarse un «alzamiento», quiere decirse que el banco va a robar de nuevo a un don nadie.

Hay ocasiones en que este tipo de lenguaje se torna aún más perverso con el propósito de maquillar u ocultar algunas realidades que, expuestas en toda su crudeza, podrían provocar en el vecindario reacciones bien airadas. Con tal disimulo se ha conducido la empresa municipal de aguas de la capital burgalesa, que camufla el estado reventón de sus arcas tras el tasazo impío que nos infligió el año pasado con palabrerías contables tan cachondas como los 8,5 millones de euros destinados a «anticipos a proveedores», no vaya a ser que alguien piense que el Ayuntamiento ha convertido este servicio en un negociazo. Como treta no está mal, pero en tanto que eufemismo no sabe uno si acaba de funcionar, porque lo cierto es que se entiende a las mil maravillas. 

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