Rafael Barbero

Lo que de verdad importa

Rafael Barbero


El H2, una oportunidad histórica

17/02/2025

Hace ahora un año planteaba en este mismo espacio las importantes oportunidades que el desarrollo de una economía ligada a las energías renovables y, específicamente, al hidrógeno renovable (H2) pueden tener para Burgos y para Castilla y León, tanto en términos de generación de nuevas industrias como en el impulso de un empleo de alta cualificación y, por tanto, remuneración. Y haciendo repaso de lo acaecido en este periodo, podemos afirmar que el H2 avanza con paso firme, aunque todavía hay mucho camino que recorrer y amenazas que salvar.

Lo que se sigue evidenciando es que el uso de esta energía, que se podrá producir principalmente en Europa, permitirá una menor dependencia de la compra de gas o petróleo a países extracomunitarios, algo que cada vez se constata como más necesario si no queremos depender de las ocurrencias del mandatario de turno. Y, con ello, potenciaremos la competitividad de aquellos sectores en los que se deben sustituir fuentes de energía importadas, contaminantes y finitas, por otras de generación propia y que tengan principalmente un origen renovable. Ejemplos de los mismos, en los que el H2 o sus derivados pueden encajar perfectamente, son las industrias que necesitan generar altas temperaturas para sus procesos de producción o los medios de transporte de gran tonelaje (autobuses, camiones, barcos o aviones). Si bien, y como no puede ser de otra forma, las empresas de estos sectores afrontarán esta sustitución cuando el precio del H2 sea similar al de los combustibles que hoy utilizan y, además, exista una cadena de proveedores que les garantice un suministro continuo. 

Los avances que se han conseguido en el último ejercicio en Castilla y León y que favorecen el impulso a esta energía son, por una parte, el avance en la planificación de las infraestructuras de transporte de H2 (es decir, hidroducto) que ya sí recoge un amplio trazado a lo largo de nuestra comunidad; el progreso en la consecución de licencias por parte de un importante número de proyectos empresariales de generación de H2; y el impulso a la puesta en marcha de ejemplos que permitan demostrar que el uso del H2 en la industria o en los medios de transporte es no solo posible, sino eficiente. 

Estos pasos, que pueden parecer pequeños pero que son de gigante, facilitarán que se pongan en marcha el mayor número de plantas de generación posible en nuestro territorio; que el H2 producido se consuma tanto en las industrias existentes como en otras de nueva creación que se implanten en nuestra comunidad, así como en nuestros medios de transporte; y que el sobrante de H2 no consumido aquí se pueda exportar a otras comunidades españolas o al centro de Europa, ingresando no pocos euros.

Pero tal y como decía al principio, todavía existen importantes retos que superar y amenazas que revertir. Un sector energético necesita de un desarrollo normativo que permita su puesta en marcha, pero es imprescindible evitar algo que en Europa nos encanta, que es la hiper-regulación. Además, se deben movilizar inversiones destinadas a mejorar la tecnología y con ello conseguir acercar su coste de producción, y por tanto su precio de venta, al de sus competidores fósiles. También es necesario generar una cadena de proveedores que, desde la producción hasta el consumo, ofrezca solidez y competitividad. Y hay que poner en marcha centros de formación especializados en este tipo de energías no solo para dotar a las empresas que se vayan creando sino también para innovar en su desarrollo.

Si bien, hay una amenaza muy relevante que no debemos minusvalorar y no es otra que la generación de una opinión social contraria al impulso de esta energía, algo que ya está ocurriendo en determinados territorios con otras renovables, como son los biometanos. Si queremos aprovechar todos los beneficios que el desarrollo de esta nueva economía tiene para nuestro futuro debemos convencer a toda la sociedad de que su impulso nos ofrece un potencial que no habíamos visto pasar por delante desde hace cientos de años.