Algo falla cuando las poblaciones de una especie aumentan más de lo habitual y los humanos la ponemos el sambenito de 'plaga'. Una plaga es una aparición masiva y repentina de seres vivos capaces de dañar las actividades humanas. Este concepto es una creación antrópica: los organismos se comportan como una plaga cuando afectan nuestra economía, de lo contrario, no existen. La pérdida de biodiversidad suele acarrear plagas.
Este es el caso de los conejos en algunos puntos de la provincia de Burgos. Si bien es cierto que hay muchos y que comen en los cultivos, hay que tener en cuenta que la vegetación silvestre en los arroyos, ribazos y linderos es escasa. Al no tener nada que comer, a los conejos les quedan pocas alternativas para sobrevivir: o comen de nuestros cultivos o mueren de hambre. Restablecer la vegetación silvestre en estos espacios es una parte de la solución.
Asimismo, recuperar a los depredadores naturales del conejo es necesario para reparar los procesos naturales. Ahora bien, nos encontramos ante un absurdo, contrario a la lógica: en las mismas zonas donde se autoriza la caza del conejo de forma continuada por sobrepoblación, se cazan también zorros, uno de sus depredadores principales. Seguir con prejuicios desfasados hacia algunas especies -como es el caso de los 'raposos'-, no contribuye a la solución de los desajustes naturales ni mejora las actividades económicas.
Implementar las medidas aquí presentadas, requiere tiempo y trabajo constante. Mientras tanto, en aquellos lugares donde la densidad de conejo sea muy alta se debería optar por capturarlos vivos y soltarlos en aquellas zonas donde su densidad es muy baja y en las que especies amenazadas -como el lince ibérico o el águila imperial- tienen dificultades para sobrevivir.
Por último, hay formas de paliar los estropicios de los conejos mientras se recupera el equilibrio natural. Adaptar los cultivos para mitigar los daños, poner vallados perimetrales o colocar posaderos artificiales para rapaces cerca de los vivares, son algunas de las medidas que se pueden realizar.
En lugar de ir en contra de la naturaleza, si nos fijamos en ella, encontraremos soluciones menos destructivas a nuestros problemas. En estos casos, como decía Eugenio d'Ors (1881-1954) «los experimentos, mejor con gaseosa».