Fernán Labajo

Plaza Mayor

Fernán Labajo


Discursos

04/03/2025

Durante una gala de los Globos de Oro, el cómico y actor Ricky Gervais cantó las cuarenta a toda la industria de Hollywood, haciéndoles ver que su posición social les incapacitaba para dar discursos políticos y morales de cualquier tipo. «Suban al estrado, recojan su pequeño premio, den las gracias a su agente y a su Dios y váyanse», les espetó. Puede que el mensaje haya calado, porque con la que está cayendo con Trump y Zelensky, en la ceremonia de los Oscar nadie subió al estrado para mostrar al mundo su preocupación. 

En España, que si por algo nos caracterizamos es por llegar tarde a todos los sitios, salvo a la clase de estupidez humana, las galas sirven año tras año para que un puñado de privilegiados de la cultura suelten un discurso enfundados en trajes y vestidos de Chanel. Eso sí, siempre el mismo. Al que se sale del guion le machacan. Que se lo digan a Karla Sofía Gascón, a quien de nada le ha valido hacer una de las mejores interpretaciones del año, que unos tuits absolutamente deleznables en su tiempo libre han truncado su carrera por los premios y la han condenado al ostracismo, quién sabe si de por vida. Pero casi fue peor ver los ataques indiscriminados a María Luisa Gutiérrez por hablar en los Goya de libertad de expresión, de la importancia de la agricultura y por pedir que la memoria histórica englobe también a las víctimas de ETA. Muchos no se acordarán, porque pasó desapercibido, pero cuando los terroristas mataban cada mes hubo artistas que ahora se ponen la bandera de Palestina que se negaron a llevar lazos azules contra la banda. Tal vez por eso miraban al suelo y callaban durante las palabras de la productora de La infiltrada

El arte tiene que molestar a los poderosos, pero a todos. Cuando las críticas van siempre teledirigidas hacia los mismos y se aplaca al que difiere, igual los peligrosos no son los que pensamos.