Claudia Vicente

A vuelapluma

Claudia Vicente


La sangre

14/06/2024

Ayer estaba reunida con un equipo creativo decidiendo el enfoque que le podíamos dar a una serie de vídeos de concienciación para que los empleados de una gran empresa se decidieran a hacer voluntariado. Los proyectos son muy interesantes, aplican todo su conocimiento a mejorar la calidad de vida en países en vías de desarrollo y, además, dan la oportunidad de participar con las familias. Todo bien. Pero a nosotros lo que se nos exige es tocar esa fibra que hace que de parecerte todo bien -pero cuando lo hace otro-, des el paso de salir de tu casa y dediques parte de tus vacaciones a seguir trabajando, en condiciones mucho más precarias, por un bien más grande. Entonces fue cuando surgió una idea, uno de los del equipo comentó que hace poco fue a donar sangre por primera vez y más que las dos vidas que estaba salvando según la enfermera que le atendió, el dato que le dejó impactado fue que al donar sangre obligas a tu médula a producir nuevas células sanguíneas, equilibras los niveles de hierro, depuras triglicéridos, reduces el riesgo de sufrir infartos y accidentes cardiovasculares, y, según algunos expertos, hasta retrasas el envejecimiento. Y, por si todo esto fuera poco, te regalan un bocadillo. Vamos, que donar sangre es un chollo a nivel individual. Ahí está el pellizco. El bien común está fenomenal, pero el individual es macanudo. Así que la decisión fue la de dedicarnos a buscar el beneficio individual de participar en un proyecto de cooperación. 

¿Es esto lo que acabamos de hacer en Europa? ¿Es ese egoísmo inherente al ser humano lo que nos ha llevado meter una papeleta u otra en el sobre? Más o menos la gran mayoría sabemos que el proyecto común europeo es mejor para todos, que juntos somos más fuertes, que bla bla bla, pero hemos votado en pequeño. Los medios han ayudado mucho a tomar esa decisión, igual que nosotros buscando ese enfoque creativo, esa llamada a la acción, han apelado a lo inmediato, al choque Feijoo-Sánchez, y el verdadero resultado es que mientras ellos se miden, en un mundo que se recalienta en la mayor de las emergencias, los verdes se desangran en Bruselas.