No hay país como España. Estoy convencido. Se supera cada vez que tiene ocasión. No es cuestión de hablar de fútbol, que ya se ha hablado mucho. Pero sí de las derivadas. Las que hacen de España el mejor lugar del planeta.
El país que tiene una eurodiputada que felicita en redes a dos jugadores racializados (sic) por marcar ante Francia incluyendo a Dani Olmo, que parece más de Birmingham que de Terrasa. Lo borró cuando le advirtieron de que tenía el corvejón en el charco, claro. El otro era Lamine. El país que tiene un diputado que asegura que la Eurocopa es lo de siempre porque centran catalanes, rematan vascos y celebran españoles. Pero el xenófobo es el otro, claro.
El mismo país que hace sólo un año abrió una guerra civil tras ganar el Mundial femenino y ahora tiene a Gibraltar bailando por reclamar alguno la soberanía del Peñón.
España sigue siendo Españita. Esa maravillosa piel de toro que se despelleja cada vez que puede. Que hace tiempo despotricando de lo que sea hasta que lleguen las vacaciones para enfundarse la camiseta sin mangas y comer semidesnudos sobre manteles de papel. Esa maravillosa amalgama de imbéciles que después de encontrar el tercer pie al gato, le buscan el decimosexto porque para ellos nunca es suficiente. Que vengan los ofendiditos de Gibraltar y Carvajal a dar lecciones, que serán bien recibidos.
Me imagino en las tumbonas de Ibiza pagando a treinta el cubata a los veintipico que han ganado descojonados de la risa mientras leen las estupideces que unos y otros escribimos. Que si cohesionan la sociedad, que si racismo, que si conectan con los más jóvenes, que si vascos, que si catalanes, que si análisis sociológicos. Pamplinas. Es fútbol.
Me imagino a Luis de la Fuente en una barrera en Santander viendo a su amigo Emilio de Justo cortar las orejas y yendo a misa por la Virgen de agosto. Pero sobre todo me lo imagino pasándose por el arco del triunfo todo lo que digan los dictadores de la moral. Para quienes ser católico, taurino y devoto de Julio Iglesias debe de ser el peor de los pecados.
España es el mejor país del mundo. Es indestructible. Si no existiera, habría que inventarlo, pero ni aun así nos saldría lo que tenemos ahora. Ni por asomo.