El sector comercial lleva años transitando una travesía del desierto que se prolonga en el tiempo y que está causando estragos entre los autónomos y emprendedores que mantienen abierto su negocio. El cambio de hábitos de la población y la revolución tecnológica han dado un completo revolcón al comercio tradicional, conocido como de proximidad, que ha provocado el cierre de muchos establecimientos tanto en los barrios como en el centro.

A este cambio de modelo acelerado en los últimos años se une, en muchos casos, una falta de relevo provocada por el escaso espíritu emprendedor de las nuevas generaciones. Cualquier encuesta a los jóvenes sobre sus intenciones de futuro demuestran que priorizan la seguridad laboral bajo el paraguas de un empleo público (funcionarios) que arriesgar en un proyecto propio. A ello se une la falta de ayudas existentes a la hora de iniciar un negocio y la cantidad de trabas burocráticas contra las que tienes que luchar.

Todo ello no ayuda, pero tampoco son los únicos inconvenientes. En muchas ocasiones, cuando uno se ha decidido a dar el paso, se topa con el precio de los locales comerciales. Algunos propietarios siguen pensando que tienen la gallina de los huevos de oro, sin darse cuenta que existen demasiados locales cerrados y que su alquiler ya no es una 'primitiva' que se cobra mensualmente, sino que deben ajustarse a las condiciones del mercado y del negocio.

Demasiados obstáculos para un emprendedor que pretende poner en marcha un negocio, consciente de lo mucho que tendrá que trabajar para estabilizarlo, hacerlo crecer y rentabilizarlo. Todos tenemos que ser conocedores de la necesidad de ayudas, económica, emocional y administrativa, pues el empleo y la ciudad lo agradecerán antes de que sea demasiado tarde para todos.