Va a resultar paradójico que el territorio más ignorado cuando se habla de desarrollo digital haya conseguido visibilizar y viralizar una protesta a través de Internet.
La iniciativa de una manifestación virtual promovida por la Plataforma por la Sanidad Rural ha conseguido más de 25.000 firmas para un manifiesto en el que relatan con precisión las carencias de la sanidad rural y más de 1.500 fotografías individuales, de grupos y de pueblos enteros con pancartas de protesta. Esto ha ocurrido en una región eminentemente rural, con población muy envejecida, localidades mal comunicadas y con terribles accesos a Internet.
Parece que la gente joven que aún queda en el medio rural ha acogido la idea con ilusión, animando a padres, abuelos y vecinos. Quiero ver en su participación un compromiso con su territorio, un reconocimiento de sus carencias y un propósito de implicarse para solucionarlas.
La plataforma empezó siendo un grupo de benditos espontáneos, muy sensibilizados con la carencia de servicios en sus pueblos y sobre todo con la negativa repercusión que en su día tuvieron los recortes sanitarios y actualmente el coronavirus.
Recientemente varios representantes eran recibidos por el Procurador del Común, quien les animaba a presentar un documento refrendado por firmas. Y piensan ir a más instituciones. Porque en este caso, como en otros que sufre el medio rural, no se protesta por protestar, sino porque no se aguanta más.
Los pueblos están hartos de ser el refugio de veraneantes estresados. Si ofrecen una gran calidad de vida durante unas semanas de vacaciones, podrían y deberían ser un lugar más atractivo de residencia permanente. Con Internet de calidad para emprender o teletrabajar; con medios de transporte para facilitar la movilidad de los más jóvenes y los mayores; con una red sanitaria atractiva para profesionales y segura para la población.