Llega el buen tiempo y los burgaleses dedican sus ratos de ocio a pasear por las estupendas zonas verdes que posee nuestra ciudad. Algunas asociaciones solidarias aprovechan esta circunstancia para programar iniciativas con las que hacer visibles sus necesidades y así recaudar fondos para proseguir su continua labor en beneficio de los más desfavorecidos. Por poner algunos meritorios ejemplos, están cercanos en el tiempo el 'Día de la Bici' organizado por Proyecto Hombre, la Marcha 'Por la Salud Mental' en favor de Prosame o la Marcha de la Asociación Española Contra el Cáncer de Burgos del próximo 2 de junio.
Sabemos que la vida de sus usuarios ha discurrido entre el cariño, el afecto y la solidaridad de los demás y la indiferencia, el desprecio y las sonrisas veladas de los que ignoran el sufrimiento ajeno. Pero a estas alturas, la sociedad ya tiene el juicio necesario y la información suficiente para comprender los cauces por los que discurren ciertas vidas. Y debería hacer más grata la existencia de estas personas sin necesidad de estas iniciativas. Primero con su comprensión, entendiendo el infierno vital que, a menudo, estos colectivos tienen que padecer; segundo, con su actitud, aceptando los errores y caídas en los que a veces se ven envueltos; y tercero, con su generosidad, no solo en el sentido económico sino aportando su colaboración en actividades cotidianas, aunque sea de forma moral.
Una de las mayores satisfacciones de la vida es poder dormir con la conciencia tranquila. Y si nos paramos a analizar nuestra conducta, a veces, eso es un lujo. Y por supuesto, hay que exigir a quienes nos gobiernan una mejora de los cauces públicos, ya que los funcionarios trabajan entre la necesidad y, en muchos casos, la falta de preparación, sobre todo en el aspecto médico. Las buenas intenciones y un acto solidario al año no bastan. Ojalá todas estas jornadas tuvieran como único y exclusivo objetivo pasar un día de recreo y alegría. Simplemente eso.