Inés Praga

Esta boca es mía

Inés Praga


Leer

22/04/2024

Se acerca el Día del Libro, ese objeto mágico que de momento ha logrado sobrevivir al acoso de las pantallas y demás artefactos. Habrá casetas en la calle, descuentos en las compras y autores/as firmando ejemplares para animarnos a leer. Qué pronto olvidamos que hace 100 años más de la mitad de la población española era analfabeta y solo una minoría privilegiada disfrutaba de la lectura. Pero el ser humano siempre necesitó el relato así que, durante siglos, la gente disfrutó de la narración oral en la calle y en casa; y en palacio, la lectura en voz alta fue un hábito para reyes y nobles, que solían deleitarse escuchando mientras comían o descansaban. Basta imaginar un mundo sin radio ni televisión para entender que la palabra, ya fuera improvisada o leída, era la gran artífice del entretenimiento, junto con la música.

Con la alfabetización, la lectura se convirtió en un acto íntimo e individual y en la actividad favorita para los momentos de ocio. «Leemos para saber que no estamos solos», dijo el escritor inglés C.S. Lewis, una frase tan certera como luminosa porque, efectivamente, el libro es ese amigo fiel que siempre nos espera y nos depara una aventura, una vivencia, una experiencia que nos arranca de nosotros mismos. Leemos para no sentir la soledad interior, para reconocernos en lo leído, para vivir vidas ajenas o recorrer caminos de otros y hacerlos propios. ç

Hoy el gran reto es que lean las nuevas generaciones, una tarea difícil, secuestrados como están por las pantallas. El niño se nutre del relato oral y de ahí la importancia de contarles cuentos, hilvanar historias que les enamoren de la palabra, del arte de narrar. Y después, para cosechar lectores hay que sembrar hábitos, libros adecuados, entusiasmo y cuantas lecciones hagan de leer un placer, que nunca una obligación. Hay un momento milagroso en las primeras lecturas, cuando sientes que eres parte de la historia y no puedes abandonarla hasta el final. Ha nacido un lector. 

Nunca se contó con tantos medios como ahora : e-books, audiolibros, podcasts y demás inventos. Pero confieso que, admitiendo las ventajas, soy incapaz de prescindir del papel, del gozo del tacto al pasar las hojas, de la tentación de doblar la página favorita o subrayar esa frase que queremos recordar. Y de dejar allí algo de nosotros mismos.

Larga y fértil vida al libro, fiel aliado en las alegrías y las penas, siempre compañero. 

ARCHIVADO EN: Libros, Día del Libro, Arte, Ocio