Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Calor y violencia

22/07/2024

Parece que llega el verano, pero amenaza con calores violentos. La vida se acalora con pendencias banales, pero también asuntos graves, como el aumento de actos violentos de hombres inhumanos contra mujeres inocentes. Parece que la violencia se agravara en verano, lo cual, además de causas sociológicas, también se explica porque las altas temperaturas alteran el funcionamiento de áreas del cerebro que regulan la afectividad y la agresividad, mermando el autocontrol y facilitando las conductas violentas. Uno de los peligros del cambio climático es que acabe aumentando la violencia global del planeta, tanto por acción directa sobre la conducta humana, como por las migraciones, catástrofes, penurias, etc. Si esto incide sobre personas normales, lo sufrimos con estoicismo o lo toleramos con urbanidad, pero si afecta a personas con trastornos de personalidad o rasgos agresivos de temperamento, cualquier tensión o estrés puede acelerar la progresión del enfado a la irritabilidad y de esta a la agresividad o la violencia y las víctimas siempre son las personas más débiles y vulnerables. Ahora bien, conocer estos hechos, no justifica en absoluto la violencia ejercida por personas malas contra personas buenas, u homicidas sobre víctimas. Pero es un dato útil para la detección, prevención y control de ciertos tipos de violencia. Solo si somos muy específicos en la catalogación y manejo de la violencia humana morbosa y deletérea podremos resolverla aplicando a cada caso el tratamiento que precise. A unas medicinas y a otras leyes; a unas personas consuelos y a otras condenas. No hay nada peor en ciencia que la inespecificidad de la tabla rasa, explicar todos los casos como si fueran iguales implica la incapacidad de comprenderlos.

Eso lo hemos sufrido siempre en psiquiatría con el concepto de locura aplicado por igual a todas las enfermedades mentales. Si queremos mejorar la detección de riesgos y evitación de daños de la violencia, hay que aplicar la especificidad científica a su estudio y manejo. Factores como el calor intenso y el cambio climático son dos ejemplos de algo que podemos controlar aplicando la especificidad que permite el conocimiento científico de la conducta humana.