Podría echar la culpa de mis altas expectativas sobre la condición humana a las películas de Frank Capra. Quiero suponer que el director italo-americano habría alucinado al ver el panorama actual en el mundo y especialmente en Estados Unidos, donde en pocos días volverá a tomar posesión como presidente un señor que cumple todos los requisitos para ser considerado un sociópata de manual: falta de empatía, manipulación, arrogancia, impulsividad y otras gracias que le adornan. Ahora, envalentonado porque sus paisanos le han dado su confianza conociendo de sobra su carta de presentación, fanfarronea a costa de Groenlandia, del golfo de México, de Canadá y lo que le dejen.
En sus largometrajes, Capra contraponía la ambición y la codicia a la bondad -que en muchos casos rayaba con la ingenuidad- y sus finales favorecían a las buenas personas. «Recuerda que ningún hombre con amigos fracasa», le dice el ángel Clarence en su dedicatoria a George Bailey, el protagonista de Qué bello es vivir, una cinta que habla de tantos temas que convendría repasarla de vez en cuando y no solo en las fiestas navideñas, cuando más de una tele se apresura a programarla. Ahora quien gana es Trump, un poco el equivalente al señor Potter de la película, que se beneficia del caos y se aprovecha de la necesidad de sus vecinos. Bueno, para que me entiendan los menores de 40 años: el villano, normalmente millonario y narcisista, de las películas de superhéroes. Pero no es el único: entre sus acólitos, alguno de ellos poseedor de alguna red social de alcance casi global, hay quien juega a intentar desestabilizar con una de las armas más cargadas que hay en la actualidad, la desinformación.
Lo resumía perfectamente ayer Pablo Gisbert, fundador de El Conde de Torrefiel, una de las compañías que este fin de semana llevarán sus propuestas al Escena Abierta, esa maravilla de festival que conservamos en Burgos desde hace 26 años y que dure al menos otros 26 más: ahora lo transgresor es la amabilidad. Capra -lo contó en discursos y en sus memorias- quiso usar su cine para contrarrestar la violencia y la mezquindad, para desactivar el odio. Otros sabrán en qué quieren usar sus poderes.