Vladimir V. Laredo

Petisoperías

Vladimir V. Laredo


Catorce años

26/03/2025

Saltando una tarde de artículo en artículo, entre noticias que nunca ocupan titulares ni primera plana, me topé con una de esas noticias tristes que te deja mal cuerpo. En Málaga, un okupa entró en un piso que parecía deshabitado, junto a su hija de once años. Y lo que parecía un golpe de suerte se tornó en peli de terror cuando se encontraron, en la cama de una de las habitaciones, el cadáver de la que había sido su propietaria. Hasta ahí, noticia macabra, pero que entra dentro de lo que podríamos llamar normal. La vuelta de tuerca viene cuando resulta que el cadáver en cuestión, momificado sobre su propia cama, llevaba allí, probablemente, catorce años. Catorce años muerta y nadie la había echado de menos hasta que la encontraron este padre y su hija. Una hija que, si lo piensan, ni siquiera había nacido cuando falleció aquella desdichada.

Sobre las mesillas de la habitación, novelas empezadas pero que nunca acabaría de leer, y guías de viajes de países que quizá quiso visitar, pero a los que nunca pudo viajar. Fue enfermera, pero, aparentemente, estando de baja, falleció y nadie se acordó de ella. Le cortaron el agua y el gas al año por impagos, pero nadie fue a preguntar por qué no pagaba. En su edificio, todas las viviendas de quienes fueron sus vecinos se habían convertido en pisos turísticos, salvo el suyo. Ella, quizá pensó alguno, era una terca vecina que no se quería ir, amargando al propietario del resto de pisos, quien había intentado ponerse en contacto para hacerse con su vivienda en reiteradas ocasiones, sin resultado. Ni siquiera le contestaba. Ni siquiera recogía el correo. Nada.

Preguntó la policía, pero nadie en el barrio la recordaba ya, ni en los viejos bares ni en los comercios de antaño, reconvertidos en modernas franquicias. Nadie había reparado en que, simplemente, ya no estaba. Tan solo las palomas que vivían en su casa, esas que se habían colado por la ventana abierta del cuarto por la que salió todo rastro de su fallecimiento, sabían de su existencia.

Y así catorce años. Catorce años sin que nadie pensara en ella lo suficiente como para preguntarse qué habría sido de ella. Catorce años. Qué bonita sociedad se nos está quedando, oigan.

@VladimirConV