Vergüenza ajena: dícese del sentimiento de, entre otras cosas, rechazo y bochorno que sentimos al observar acciones de terceros que superan los límites de comportamiento que consideramos aceptable. Esto es lo que provoca la reacción de los burgaleses que al cierre de la Fiesta de las Flores se lanzaban en tromba a arrancar de sus soportes las plantas que formaban parte de los arreglos, causando incluso daños en el patrimonio escultórico donde estaban colocadas, ante el asombro y la impotencia del personal de seguridad y de los floristas que estaban allí para retirarlo convenientemente. Es la vergüenza e indignación que provoca la falta de civismo y educación de muchos ciudadanos que, por desgracia, no es nueva, ya que se ve cada día en los desperfectos al mobiliario urbano, en las pintadas en calles y edificios públicos y privados o en el ansia acaparadora que les entra algunos cada vez que se reparte algo gratis, ya sean pañuelos de las fiestas, pinchos en San Lesmes o titos en las Candelas. Hasta el punto que se ha tenido que imponer una tasa simbólica para tratar de evitarlo, algo que quizá no vendría mal también en este caso.
La cosa es que arrasaron con todo, con la flor cortada que iba a repartirse y también con las plantas, pagadas con impuestos de todos, que se tenían que colocar en diferentes zonas verdes de la ciudad. Por ejemplo, hubiera sido una buena oportunidad para regenerar el gran número de rotondas y medianas en las que el Ayuntamiento ha sustituido últimamente las plantas y las flores por césped artificial. Está muy bien organizar fines de semana dedicados a las flores, es justo felicitar cuando la idea es buena y se hace un buen trabajo; o dejar cuatro alcorques aquí y allá con su vegetación original para favorecer el hábitat y la supervivencia de los insectos polinizadores pero son actuaciones que se quedan en mero postureo cuando cada vez más espacios que tendrían que ser verdes se sustituyen por plástico, especialmente cuando son los más necesitados de vegetación que se encargue de filtrar el CO2 expulsado por los vehículos y de producir oxígeno. Y como esto, otras muchas cosas. Seguimos echando de menos una política seria en materia medioambiental por parte de este Ayuntamiento.