Jamás pensé ver en lo más alto de la política estadounidense a un personaje tan indigno como Donald Trump. Parece increíble que Estados Unidos esté representado por alguien que pueda protagonizar un episodio tan bochornoso como el vivido con Zelenski con quien, él y sus secuaces, se comportaban como matones de colegio a los que sólo faltó darle un par de collejas y una patada en el culo. Eso, al presidente de un país en guerra y con la excusa de una entrevista para, supuestamente, conseguir la paz. Luego está lo de Gaza como destino turístico, los ataques a Europa que, según él, se creó para joder a EEUU, el trato vejatorio a los inmigrantes y otras muchas barbaridades que más parecen retratar a un enfermo mental con incontinencia verbal que al líder de un país, especialmente uno tan influyente, al que lo mínimo que se le puede pedir es un poco de cordura y respeto. Es grave que una persona así ocupe semejante puesto, pero aún lo es más que sea porque lo han decidido de forma mayoritaria y con alegría, añadiría que con muy poca reflexión, los ciudadanos de su país, muchos de los cuales también fueron en su día inmigrantes ilegales u otras cosas de las que ahora persigue y castiga el endiosado señor Trump. Paradojas de la vida.
No es el único indigno. Por desgracia, en política hay muchos y algunos nos tocan de cerca. En España la palma se la lleva Carlos Mazón. Cuando alguien hace dejación de sus funciones y como consecuencia fallecen más de doscientas personas la única salida digna es reconocerlo y dimitir acto seguido. Sin embargo, el presidente de la Comunidad Valenciana, haciendo suyo aquello de que la mejor defensa es un buen ataque, se ha dedicado desde el minuto cero a negar la evidencia y a acusar a los demás de sus propios fallos, aunque el relato que pretende fabricar no se sostenga y quede en evidencia cada vez que abre la boca y la justicia investiga. Ni miles de valencianos de todos los signos, porque hay cosas que están por encima de ideologías políticas, pidiendo que se vaya consiguen que se despegue del sillón.
Lo peor, que por alguna extraña razón en buena parte del mundo la gente parece decantarse por políticos de personalidad anormal que defienden el enfrentamiento y las ideas extremas, esas que en muchos momentos de la historia nos han costado tan caras. Una historia que todos deberíamos repasar, especialmente los más jóvenes.