María Albilla

Plaza Mayor

María Albilla


Hoy es siempre todavía

06/06/2024

Tempus fugit dice esa voz latina que te hace parecer cultísimo cuando la sueltas así, en un contexto adecuado… Y mientras el tiempo vuela, a uno se le pasa la vida esperando. Si es que no hay vez que vayas al dentista y no te tenga media hora escuchando cómo le succiona la baba al que ha entrado -también tarde- delante de ti. Y tú, mientras, sintiendo el dolor del de al lado como propio por lo que vendrá. Si luego vas a la peluquería, ya has hecho la mañana. ¿Pero por qué cogen a otra para hacerle unas mechas si hace lo menos un mes que sabe que me va a cortar las puntas? Y, así, entre espera y espera, te da tiempo a pasar a la sección de citas. Cita previa, y con tiempo, para cualquier gestión administrativa, para renovar el carné de conducir, para acudir a la tienda de muebles a mirar la mesa nueva del salón... Qué decir si lo que quieres es ir al médico o hacer una reserva para salir a cenar a un restaurante. Y ya si encima quieres ir con tus amigas… Adelante, desenfundemos todas los calendarios del próximo semestre, que tenemos lío.

Vivimos agendados y cada vez más cuadriculados. Llevo años tratando de desaprender conceptos, como el hecho de no anticipar problemas ni situaciones para vivir en ese presente que se nos escurre por segundos, pero sin embargo tengo que decidir con cuatro semanas de antelación si me va a apetecer comer carne o pescado en el menú de grupo que hemos cerrado para la celebración del cumpleaños de mi madre o pensar con más de medio año de antelación dónde me quedaré a dormir en el Sonorama o si podré ir a ver a Springsteen. ¿Y si luego me toca, yo qué sé, ¡trabajar!? Nada, tú te lanzas y, ya si eso, vamos viendo.

Y al final resulta que la vida es lo que pasa entre hueco y hueco de una agenda que en ocasiones se convierte en opresora. Quizá estas líneas le parezcan una nadería, pero a mí me han llevado a revisitar los Proverbios y Cantares de Antonio Machado y, no sin cierta nostalgia, las canciones de Ismael Serrano. Brindemos que hoy es siempre todavía, que nunca me gustaron las despedidas... Al menos solo por eso ha merecido la pena escribirlas.