La semana pasada fue intensa en lo económico. Desde hace ya varios años nuestros gobernantes presumen de su talante negociador y conciliador siempre que no se difiera de su opinión. Lo cierto es que voy a tratar un tema nacional pero podría igualmente destacar un asunto autonómico o local de cualquier color o ideología. En este aspecto existe un denominador común, 'consensuado', el de no ceder cuando uno se cree y se siente con la razón que suele ser casi siempre. Un tema candente es la subida del Salario Mínimo Interprofesional. Durante muchos años ha sido tradición respetar y potenciar el diálogo entre los agentes sociales, de forma especial entre empresarios y sindicatos en lo referente a los intereses que comparten ambos colectivos en la necesidad de un buen funcionamiento en lo relativo a las relaciones laborales de los trabajadores. Pero en los últimos años vemos como lejos de propiciar acuerdos entre ambos se les impone los acuerdos a los que tienen que llegar.
Un claro ejemplo es la subida impuesta a ambos del Salario Mínimo; donde tras unas breves reuniones para 'negociar' se amenaza con imponer la subida del 5% si no están de acuerdo los empresarios. Dividiendo la sociedad entre buenos y malos, cuestión que, aparte de mentira, es un error que pasará factura a la sociedad y no a los políticos, a los empresarios o a los sindicatos. Otra tautología manida en torno al Salario Mínimo es que no tiene repercusión alguna en la economía su subida. Por lo tanto es irrelevante para la economía en su conjunto que el coste laboral mínimo a jornada completa de un trabajador para el año 2024 ronde los 20.700 euros (15.876 euros brutos/año). Si seguimos este razonamiento, ¿por qué no lo subimos más, hasta el ansiado 60% del salario medio? Es muy sencillo, porque no es cierto. En estos momentos está subiendo el precio de los alimentos no procesados y alguien se plantea como ha influido en ello la subida del Salario Mínimo.
Otro de los colectivos con más personas cobrando dicha cantidad se encuentra en las subcontratas con las administraciones públicas y por lo tanto la subida la pagaremos 'todos' con nuestros impuestos. Pero no tiene repercusión porque lo pagarán los 'ricos'.