Hay un meme en el que aparece una persona con un montón de collares de oro, puestos uno encima del otro, o con una moto de gran cilindrada, o cualquier otra extravagancia de nuevo rico, y una frase que dice cuando me toque la lotería no diré nada, pero habrá señales. ¡Ay el meme!, esa poderosa y diminuta unidad de información que es al siglo XXI lo que el refranero español fue al siglo XX, qué poquitas veces se equivoca.
Siempre hay señales. Como las había del infame Alvise Pérez, al que votaron, qué casualidad, un perfil demográfico formado por un 70% de hombres menores de 44 años volcados en las redes, según datos del CIS que fueron titular de El País cuando flipamos todos los que no solemos entrar en Forocoches con esos 800.000 votos que sacaron en el 9J y que no vimos venir. Pero ellos ¿de verdad que no las vieron? Porque votar a un meme en sí mismo ya era una muy buena señal de que todo lo que salía por esa boca populista era una mentira sideral, y de que como se lo creyeran de verdad se iban a quedar con cara de Joey de Friends cuando se da cuenta de que hay pasas en su brownie. Y si las vieron y prefirieron votarle ¿qué nos están queriendo decir con eso? ¿Que sabían que su discurso estaba lleno de bulos, de odio y de mentiras pero que aún así les venía bien? ¿Tanto daño les han hecho la inmigración, las mujeres y los homosexuales? ¿O es simplemente que ahora ya no es políticamente correcto meterse con ellos y lo echan de menos? Porque eso de que Se Acabó la Fiesta iba a acabar con la corrupción, eso, eso sí que todos sabían que era mentira. Es ese otro discurso secundario el que me parece mucho más peligroso. Un poco como cuando Trump dice que los haitianos comen perros y gatos y todos hacen el chiste, porque de cajón es mentira, pero justo después habla de aborto a los 9 meses de gestación y de eso no se hace una canción. Las mentiras de las que nos reímos, y las que nos decidimos creer, dicen mucho más de nosotros mismos de lo nos gusta admitir.
Una vez un taxista de Barcelona me dijo que sabía perfectamente lo de los Pujol y Andorra y lo del 3% y todo lo demás, pero que por lo menos no se lo robaban desde Madrid. También nos pareció muy divertido lo de un emérito y una vedette.